Queridos hierbajos míos,
he regresado.
Tercera entrada de esta sección. Y sigo tan gratamente sorprendida por la buena acogida que está teniendo todo esto. Me llena de felicidad y otros sentimientos suaves y peluditos de esos, ya sabéis, unicornios, arcoiris y otros habituales de la literatura juvenil
[no, de ESOS no].
Está bien,
¿de qué curiosidad de índole sexual vengo a hablaros hoy?
Puntos suspensivos de rigor tope dramáticos…
De penes.
Sí. De penes.
Estoy harta de leer libros en los que los personajes masculinos, más que tener pene, parecen venir equipados con su propia pitón entrenada por soviéticos colgando de la entrepierna, que podrían usar el rabo a lo constrictor de lo largo que lo tienen, y eso por no hablar del grosor (¡qué manía con contarnos que las acaloradas damiselas no pueden abarcar el ya mencionado miembro con las manos!).
El pene humano, hierbajos, tiene de media un diámetro de 4cm. (en erección) y una longitud de unos 15cm. Esto es la media, repito. Por supuesto que habrá gente que supere esas medidas (o que no llegue a ellas), pero vamos a ver si dejamos de describir burradas, porque es que a veces una tiene la sensación de haberse colado por error en una escena de
tentacle sex.
Ahora bien, si estuviésemos hablando de caballos…
El pene equino en erección alcanza los 90-95cm. ¿Queréis escribir sobre empalamientos sexuales? Considerad cambiar de género: la zoofilia erótica os irá como anillo al dedo.
También hay otros penes francamente curiosos en el mundo animal.
El pene de algunos patos tiene forma de s
acacorchos. Es una cosa amorfísima, y por lo visto les crece cada vez que violan a una pata (comportamiento encantador donde los haya). Con la cantidad de sexo no consentido que hay en literatura erótica
[ejemellibrodejadeejem], quizá esta sea una explicación de cómo es posible que nos encontremos con esos tamaños de los que nos hablan las escritoras.
El pene de los felinos está cubierto de púas de queratina. Se cree que esto sirve para estimular la ovulación en la hembra (entre otras teorías). Y los felinos no son los únicos que tienen espinas en el pene: muchos mamíferos tienen el pene cubierto de espinas, el chimpancé entre ellos, y (curiosamente) también el pene humano las tenía (las perdió, por suerte para nosotras).
Hay penes para todos los gustos, la verdad. Hay un insecto que hace música con el pene: lo frota contra el abdomen, como los grillos frotan las patas, para producir sonido. El pene de los percebes puede medir 20 veces la longitud corporal del propio animal. Hay un tipo de peces que tienen el pene situado debajo de la cabeza (hay otro animal que lo tiene ¡dentro de la boca!). Los delfines utilizan el pene también como órgano sensorial (como un brazo extra, vaya, para palpar cosas
[y hablando de delfines, son los únicos animales de los que se sabe que tienen sexo nasal]). Algunos pulpos dejan el pene en el interior del cuerpo de la hembra para que ella misma se dosifique el esperma (muy práctico). Hay especies hermafroditas en las que los animales hacen peleas de penes para ver quién fecunda a quien (como los caracoles). Los marsupiales tiene penes bifurcados (que coinciden con las dos vaginas de las hembras) y el pene de los equidnas tiene cuatro cabezas (eran unos bichos muy raros desde el principio, no sé de qué os sorprendéis).
Penes. ¡Penes everywhere!
Hasta las hembras de las hienas tienen pseudopenes. Alucina, vecina.
Último dato curioso, este sobre penes humanos. ¿Sabíais que, por lo visto,
la forma del pene humano tiene como propósito evolutivo arrastrar hacia fuera de la vagina el esperma de posibles competidores que hubiesen copulado anteriormente con la hembra? O esa es al menos una de las teorías.
Bueno,
ya me callo y vuelvo al tema principal de la columna.
Está bien, queridos hierbajos.
Hablemos de sexo.