Cicuta.
Que este jardín de locas no os lleve a engaño:
Cicuta es una persona seria. Y, por supuesto, perfectamente racional.
Cicuta, como supongo que habréis deducido, juega en
el equipo sofista (dorsal 7, delantero derecho) que, como todo el mundo sabe,
es el equipo de los chicos malos de la filosofía. Avisados quedáis.
Misántropa profesional, Cicuta odia a la gente
pero, sobre todo, a la gente que dice no leer cómics sino "novelas
gráficas". Brrr.
Tiene el súperpoder de hacerse invisible. Por lo demás,
emplea la mayor parte de su tiempo lamentándose del poco que tiene y leyendo
libros extremadamente profundos y serios (de ésos que sólo las mentes
privilegiadas entienden), tales como “Hermenéutica, anagnórisis, metaética
cuántica y otras esdrújulas intimidantes” o “El concepto de mímesis en la
fábula hipolumínica en el contexto socio-político-ciberespacial del fin del
mundo”. Claro que, desde los seis años, Cicuta ha sido una experta en esconder
las tiras de Mafalda en sus libros de texto para que los adultos le dieran una
palmadita en la espalda por ser una chica tan estudiosa. Las apariencias
engañan, nunca juzgues un libro por su portada y esas cosas. Alguien podría
haber intercambiado las solapas de la Crítica de la Razón Pura y El señor de
los anillos.
Sssshhhhh.
Ehmm… Como decía, Cicuta es una persona seria.
Visto queda
que “no saber nada”
es una
estrategia peligrosa.
Si algo
habéis de saber, que sea esto:
soy venenosa.
CICUTA.
Hobbes.
Hobbes es un lindo gatito al que,
en general, le gusta mucho la gente aunque, como es obvio, su inclinación está
sujeta a diversos factores: los condimentos, para empezar, aunque la edad y la
robustez de la carne son otras variables importantes. El sexo también, no por ningún
afán discriminatorio en concreto, sino por la molesta costumbre femenina de
embadurnarse en potingues venenosos que le dan ardor de estómago (por no hablar
de los pendientes gigantes que se le clavan en la garganta), circunstancias que
le han llevado a especializarse en el mercado de niños y hombres barrigudos (y
a evitar nichos punks y góticos).
Hay quien opinaría que la
antropofagia no es un comportamiento civilizado aceptable. Pero Hobbes se
siente muy orgulloso de su papel en la cadena trófica y lo desempeña con
orgullo, sabiendo que está haciendo una gran contribución a la selección
natural. Y, qué diantres, ningún planeta necesita siete mil millones de seres
humanos. Está claro que sobran muchos. ¿O es que nadie ha intentado ir a un
centro comercial en Navidad?
Un dato útil: le gusta que le
rasquen detrás de las orejas. Si utilizas tu mano para rascarle detrás de las
orejas, quizá puedas recuperarla sana y salva. Todo es negociable: Hobbes es un
negociador nato.
También le gustan mucho los
monstruos marinos, el Réquiem de Verdi y videar animes (pero lleva su
doble-identidad de otaku muy en secreto).
Miau.
soy una chica buena de la filosofía, típica wannabe socrática.
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