Donde la literatura y la maldad se toman un té

sábado, 25 de enero de 2014

Pétalos de papel, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual


Título: Pétalos de papel
Autoras: Iria G. Parente y Selene M. Pascual
«“Aquel libro me arrastró dentro de sus páginas antes de que yo pudiera siquiera imaginar su secreto. La realidad cayó y se deshizo a mi alrededor. Al otro lado me esperaba él. Marcus Abberlain. Ni la distancia de mil mundos pudo evitar que le encontrara”.
"Vino en las alas de la primavera. Llegó de improviso, como las flores y los deseos. Se hizo un hueco en el corazón como sólo saben hacerlo los sueños que sobreviven al invierno. No fue el libro quien trajo a Ilyria Blackwood hasta aquí. Fue el destino".
Amyas, capital de Albion. Dicen que todos los días llega al reino al menos un nuevo visitante…
Todo tiene un orden impuesto en ese país inalcanzable: los nobles dictaminan sus normas escondidos tras sonrisas fingidas y bailes a medianoche. Los extranjeros, personajes alejados de las páginas de sus libros, están condenados a servirles. La sociedad ahoga y esclaviza sin que nadie se rebele contra ella.
Alterar el orden siempre es peligroso. Enamorarse es solo el principio.»


Jesús. María. Y José. A ver. Vamos a ver si, ahora que he tenido un par de días para olvidarme un poco del trauma que me ha supuesto leer esta historia, soy capaz de reunir la presencia de ánimo necesaria para escribir esta crítica.

Muy bien, veamos; con esta historia voy a dejar oficialmente inaugurada la categoría de libros a la que, en adelante, me referiré como Los Innombrables. Los Innombrables son todos esos libros que, si quieres ser escritor, pueden ayudarte a mejorar: coge uno, léelo, fíjate muy bien en todas las cosas que hace el autor… y nunca hagas tú mismo ninguna de ellas.

Lo que quiero decir es que, si esta historia la escribes con catorce o incluso quince años, pues oye, está muy bien, para la edad que tienes (y luego está el hecho de que escribir una novela a cuatro manos es una tarea bastante titánica, no vamos a quitarle ningún mérito al asunto). Pero claro, los libros que se escriben con quince años lo mejor que se puede hacer con ellos es guardarlos amorosamente en un cajón. Si no me creéis, mirad a Christopher Paolini, el pobre. Qué papelón.


En fin, no tengo ni idea de qué edad tendrán las autoras de este libro. Lo único que sé es que no sé cómo demonios hacer una crítica de esto. Literalmente, no sé por dónde empezar. En todo caso, intentaré ser más bien breve.

La trama es típica, paleta y, por encima de todo, profundamente absurda (la aparición de la sociedad secreta en las cincuenta últimas páginas definitivamente terminó de matarme muerta). Tenemos a una protagonista Wannabe que se ve transportada a través de un libro a un intento de sociedad de corte victoriano, donde conocerá a un personaje masculino mayor que ella, altivo y controlado. Es decir, literalmente, el sueño de toda Wannabe. Ah, y la niña tiene una librería que le dejó su abuelo en herencia. ¿De verdad necesitáis más pruebas?
Crea tu propia sociedad victoriana con estos recortables =D


Núcleo no hay, evidentemente. Y la autoridad de la voz narrativa ni mentarla, vamos. La ambientación «victoriana» difícilmente podría estar peor construida: es infantil, superficial y está poco trabajada. Y eso dejando aparte el hecho de que el propio personaje de Ilyria (vaya nombrecito, por cierto) es sencilla y llanamente increíble; increíble de que no te lo puedes creer: tiene las típicas reacciones de manual fanfiction estereotipado.

Nada que decir que no haya dicho ya de los dos personajes protagonistas (ah, bueno, sí, que el personaje de él tiene un secreto traumático y oscuro y… ridículo, también). Aparte de esos dos, luego tenemos a una niña saltimbanqui correteando por ahí. Un mayordomo que dice haber sido un genio de la lámpara maravillosa, pero que claramente se escapó del libro de la Celestina. Un ángel (wtf?). Y uno o dos malos malísimos y perversos sin ningún tipo de personalidad reseñable.

El objetivo de la protagonista es volver a casa (no deja de repetírtelo), y más o menos la historia va tirando a base de ello, pero la niña es tan redundante y explicativa, y el libro tiene tantísimas páginas de relleno que hubiera hecho falta mucho (insisto, mucho) más que eso para mantener un mínimo nivel de tensión narrativa. Respecto al cambio… la chica se enamora. Ya está, esa es su maduración en tanto que personaje. Bueno, eso y que se convierte en madre adoptiva a los 19 de una niña de 12. Flipa.

La prosa. Señor, dame paciencia. Esta ha sido la primera vez en mi vida que he estado realmente a punto de darme por vencida y tirar la toalla con un libro de esta manera. Quiero decir, suelo terminar los libros que empiezo aunque no me entusiasmen, creo que habré dejado a medias por aburrimiento quizá cinco libros en toda mi vida, pero sé que podría haberlos terminado si me hubiera apetecido «tirar» un poco de mi tiempo. Este no ha sido uno de esos casos. Esta vez, el libro ha estado a punto de ganarme absolutamente la partida. Ha habido momentos en los que realmente pensé que no sería capaz de acabarlo, por mucho empeño que le pusiera.

Pese a que comencé a hacer lectura diagonal bien pronto, lo cierto es que no me imaginaba hasta qué punto llegaría a degradarse mi velocidad de lectura, pasando por la lectura vertical hasta llegar a la lectura en caída libre (como quien hace puenting, pero sin cuerda). Acabé absolutamente desquiciada. Y, no obstante, ni siquiera esto me salvó del trauma que supusieron ciertas escenas (como las recurrentes conversaciones de índole sexual con el genio de la lámpara maravillosa).
Lo que viene siendo un Narciso de libro, vamos.


Una cosa de la que te das cuenta en cuanto comienzas a leer es que al narrador le encanta escucharse hablar. En términos narrativos, esto se traduce en que todo el texto es un hilo de pensamiento casi ininterrumpido por parte de los protagonistas, que narran la historia en capítulos alternos, con toda la pompa y rizo que son capaces de acumular. Todo esto salpicado con ingentes cantidades de resumen narrativo, reflexiones recurrentes y vacías de contenido real y muchas, muchas paletadas relacionadas con pétalos y deseos. No he podido encontrar una sola escena que estuviera justificada, como tampoco lo estaban la inmensa mayoría de los comportamientos de los personajes. Asimismo, y siguiendo en la misma línea, la selección de elementos para las descripciones no responde a ningún criterio útil. Y hay fallos de puntuación, fallos de referente y faltas de ortografía. Oh, y anglicismos, por cierto.

En resumen, el único comentario positivo que puedo concederle a este libro es que la puntuación de los diálogos es impecable. Buen trabajo.

Un vez dicho esto… Esta sería la parte en la que normalmente me reiría sangrientamente; pero, como ya he dicho antes, esta ha resultado ser una experiencia tan absolutamente traumática para mí, que no me siento con fuerzas ni para eso. En su lugar me limitaré a dejaros algunas frases que apunté durante las primeras páginas de lectura, cuando todavía no estaba tan desesperada (a partir de ahí, la mayoría de mis apuntes son cosas tipo «oh, Dios, mío, aún voy por la página X» y «Señor, ¿por qué me castigas de esta manera?»):

-«Durante un instante todo se queda callado a excepción de mis pulmones, que gritan por aire sin importar que cada gota de este helado comienzo de primavera caiga dentro de mí como una aguja que me hiere.» o.o ¿Mande?

-«Un estremecimiento se desprende por mi espalda.» Así fue como se le perdieron las llaves.
-«Trago saliva y me concentro en pensar.» Concéntrate, hijo, que te va a hacer falta.

-«Me agacho con cuidado y recojo el tomo del suelo, que cierro.» Cierras ¿el qué, dices?

-«Aun a través de los guantes percibo la encuadernación rugosa, con sus pequeñas imperfecciones agravadas por el tiempo.» Y un cuerno. A mí no me tongas.

-«—Llévatela dentro y haz que se vista. No es nada decoroso que se pasee en camisón por la casa. Y no es un buen ejemplo para la niña, decididamente.
[…]
—¿Bromeas? —Me espeta sin modales algunos, mirándome descaradamente a los ojos—. Hay días que salgo a la calle con menos tela.»
Eh… ¿sales en ropa interior? ¿Desnuda? Y, sí, una adolescente que hiciera eso, sin duda lo expresaría así. En lo de los «modales algunos» ni me voy a meter, por otra parte.

-«Mi reflejo me recibe con los ojos marrones brillantes de los interrogantes que pululan por mi mente.» No tengo ni idea de lo que demonios está hablando, pero algo pulula, eso está claro.


Chichómetro: que Dios nos ampare.

Potabilidad: se puede potar, definitivamente.

Carcajadas: 8/10, pero solo si la lees a razón de no más de 1 página por sentada y sólo de manera ocasional, superada esta cantidad, la lectura crea auténtica indigestión.

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Mi rincón de los sueños, Las fantasías de Laura, Arte literario.

11 comentarios :

  1. Hola Ortiga!
    No conocía el blog, pero me quedo por aquí. ^^
    Gracias por afiliar la reseña con la mía, ahora afiliaré la tuya. :D
    La verdad es que este libro a mí me encantó, pero bueno, para gustos los colores. xD
    Besos!!!

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  2. Ah, ¡hola! =) Vaya, no era necesario que te tomases la molestia de afiliar nada, pero ¡muchas gracias! ^^

    Yo creo... que lo más importante de la lectura es precisamente disfrutarla =P Así que me alegro de que tú disfrutases el libro.

    Yo suelo disfrutar casi todas las cosas que leo, aunque este no haya sido el caso, pero sobre estas críticas aspiran a ser de utilidad para aquellas personas que quieren escribir, y que quieren mejorarse a sí mismas en su escritura =P (y además me gusta mucho reírme, que es muy sano *-* jaja).

    Gracias por tu comentario, nos ha hecho mucha ilusión ^w^

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  3. Fuchi.
    ¿Tengo que escribir algo más?
    FUCHI

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  4. ¿Qué significa fuchi? **mirada de incomprensión supina**

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  5. Según wordreference, fuchi se utiliza en algunos países como expresión de desagrado o asco ^w^

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  6. ¿En serio? *-*?? Suena mondante. ¡Me encanta! Voy a empezar a usar fuchi para todo e.e ¡Para todo, he dicho! muajajaja!!

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  7. Da fuq?! Eso es lo que he pensado al leer la sinopsis. Entre el "vino con las alas de la primavera" (frase cursi donde las haya) y el "dicen que todos los días llega al reino al menos un nuevo visitante", que es una frase que para mí no sé qué pinta, he alucinado pepinillos en vinagre, como dicen algunos.

    Recollons, xé (expresión muy dicha en Valencia) solo con la reseña del libro he tenido bastante. No suena muy allá, independientemente de la edad de quien haya escrito esto.

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  8. Hola de nuevo, chicas. Voy con mucho retraso y escribo en el buscador reseñas que podríais haber hecho, ya que he añadido el blog hace poco (por ejemplo, escribo al azar, El jardín de las malas hierbas: la historia interminable, a ver qué me sale y si me puedo reír). Normalmente, no suelo ver las reseñas de libros que no me he leído, pero es que no he podido resistirme. Todas vuestras reseñas son absolutamente brillantes. Por cierto, tengo que aprender a encontrar las burradas del vocabulario, porque no sé hacerlo, me gustaría aprender de verdad para luego hacerme mis propias ideas de cómo puede llegar a escribir la gente. Me ha encantado esta reseña, como siempre. Pero sobre todo, me encantáis vosotras. Un saludo.

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  9. Por cierto, Ortiga. ¿Cómo haces para encontrar todas esas cosas que ponen en el vocabulario que te resultan... digamos... desternillantes? No puedo, de verdad.

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  10. Hola, Ortiga

    Ya he aprendido (más o menos) a encontrar las cosas desternillantes que la gente pone en sus libros (me refiero a los fallos de vocabulario, de gramática, la mala selección de elementos...)
    Ha sido gracias a ti. Ahora, cuando escribo, me fijo mucho más en lo que hago. Siempre serás mi Maestra.
    Un saludo,
    A

    PD: no leáis esto si no queréis perder parte de vuestro precioso tiempo (ups, lo he puesto al final).

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