No, en serio, ¿quién escribe las sinopsis? (4)

Sé que llego tarde. Sé que hace ya más de una semana desde la última entrada. ¿Qué puedo decir? El blog lleva todo el verano bastante paralizado, entre unas cosas y otras. Pero bueno, aquí estoy una vez más, aunque sea con una entrada de consolación, para ver si podemos seguir tirando hasta que la vida vuelva a su curso y yo vuelva a tener tiempo estructurado para leer y escribir (e internet en casa).

Efectivamente, esta es una nueva entrada de No, en serio, ¿quién escribe las sinopsis?, porque sabéis que hacen falta (más falta de la que deja traslucir el número de entradas que le dedicamos específicamente al tema, de hecho).

La sinopsis de la que vengo a hablaros hoy la encontré en el blog Book Eater. Y, sin más dilación, os dejo con ella.



Zoo de James Patterson y Michael Ledwidge

«Mi nombre es Jackson Oz [Ortiga: ¿otro remake libre y descarriado? Oh, oh], [Ortiga: y fuera esa coma] y necesito que escuches con mucha atención [Ortiga: no sé con quién hablas, pero yo no puedo escucharte, ni con atención ni sin ella: puedo leerte, si te vale (y lo de la atención todavía me lo estoy pensando)].

Estamos en mitad de una crisis global, los animales le han declarado la guerra a los humanos [Ortiga: han firmado una declaración. Son muy civilizados, ahí donde los veis]. Salvajes ataques [Ortiga: se acabo el ser civilizado] están teniendo lugar a lo largo del planeta mientras escribo [Ortiga: sólo a lo largo, a lo ancho no, que eso ya iba a ser demasiado trabajo].

Cada uno de los animales es una amenaza [Ortiga: cada uno de ellos, que los he visto yo]. Todos estamos en peligro [Ortiga: y digo yo… me lo cuentas ¿porque yo no vivo en el planeta y, por ende, no me he enterado de que todos (y cada uno) de los animales se han vuelto tarumba y han empezado a atacarme (salvajemente)?]. El mundo se ha convertido en un zoo [Ortiga: sí, sí, eso pasa mucho en los zoos: tú no vas al zoo a ver bichos, vas a que te ataquen. Las salidas de los coles de primaria son toda una prueba de supervivencia, pensadas para forjar el carácter], uno sin jaulas [Ortiga: ehh… esto se llama safari, no zoo], algo está causando todo esto y tenemos que descubrir qué es, ya que si no lo hacemos podría ser el final de la vida tal y como la conocemos [Ortiga: ¡¡dun dun DUUUN!!].»

Y por cierto que la cosa tampoco mejora cuando sigues leyendo la reseña en Book Eater y te enteras de que eso de «cada uno de los animales» es además mentira: sólo son los mamíferos. Cabe recalcar, también (como ya ha hecho la susodicha reseña), que, ¡sorpresa, sorpresa!, los seres humanos también somos mamíferos; ¿alguien me explica que cosa pueda volver locas por igual a toda la variedad de especies que engloba la clase Mammalia excepto al ser humano en concreto? Ya no es que no sean «cada uno de los animales», es que ni siquiera son cada uno de los mamíferos. Qué enfermedad/cosa-rara tan curiosamente selectiva.



Hasta aquí la mini entrada de hoy, queridos hierbajos y hierbajas. Espero poder volver pronto con algo más sustancioso.


Con amorr,

O.