Título: The ghost in my bedroom
Autora: Heather Jones
«Lucy Warner has managed to fall in love with her roommate Ryan – who has been dead for about 25 years. Since he’s been haunting her bedroom from the time when she was a baby, they have grown to be very close friends; a secret no one else knows about, not even her best friend Ling. Sure, he’s obnoxious and rude, and tends to be a jerk half the time. But no living boy has been able to make her laugh, melt her heart, or drive her absolutely nuts the way that Ryan can.
The summer after high school graduation, Lucy finds herself newly single, and slightly bitter after a bad breakup. When Ling sets her up on a date with Jon, she plays along to try and forget about her ghost, and get on in life with a real living guy. At first, she’s not even attracted to Jon; he’s awkward and unsure of himself, yet he has a sweet side that keeps her hanging around. But when she suspects that he can see ghosts too, keeping Ryan a secret gets a little complicated.
As Ryan starts to worry that he is loosing his only friend, he starts acting up to regain Lucy’s attention. Throw in an ex-boyfriend recently turned stalker, and Lucy has one crazy juggling act on her hands for the summer.»
Así que… una reseña arcoíris, ¿eh? Y se supone que el objetivo es ser siempre-positiva-nunca-negativa y alabar todos los puntos chupi-guays de una novela juvenil, ¿eh? Porque, claro, es que
nunca decimos nada bueno de ningún libro, en este insidioso jardín del mal, dicen las buenas lenguas (pobrecitos
Olvidados).
Y yo que pensaba que en esta vida era importante eso de la honestidad. ¡Ingenua de mí!
Por supuesto que la primera regla del mundo editorial es no pinchar egos ajenos ni herir sensibilidades. En cualquier contrato editorial que se precie, existe una cláusula en letra pequeña que lo especifica muy claramente: el autor o autores de la obra que se va a publicar queda/n completamente exento/s de tener que sufrir las tan molestas opiniones y críticas negativas de su obra.
Sólo se admiten palmaditas en la espalda y dulces por Navidad y por su cumpleaños. Y ¿quién soy yo para contradecir la ley?
¿Reseñas positivas queréis? Reseñas positivas tendréis. Al fin y al cabo… no soy más que una mala hierba, ávida de atención y cariño por parte de una marabunta de caras anónimas al otro lado de una pantalla de ordenador. Solo vivo para complacer a mi público.
Así que, queridísimos hierbajos y hierbajas,
quiero compartir con vosotros la primera (¿única?) de mis críticas arcoíris. Y esta está dedicada muy especialmente a todos nuestros encantadores y silenciosos detractores.
De acuerdo, en primer lugar, decir que
la sinopsis es cortesía de Amazon, y la recomendación de este libro vino de la mano de tamiester9. ¡Gracias!
No, de verdad, tamiester9, muchísimas gracias. Eres un amor.
¿Cómo supiste que mi pasatiempo favorito para las tardes de domingo era echarme un par de biodraminas al gaznate, para controlar las náuseas, y entretenerme ejercitando mi capacidad mnemotécnica selectiva? Pasé una tarde divertidísima.
Pero bueno, empiezo ya con lo que de verdad nos ocupa. Y comenzaré, como siempre, por la sinopsis.
¿Qué queréis que os diga sobre la sinopsis, aparte de que es perfecta y maravillosa (¡arcoíris, unicornios!)? Es decir, hace un empleo impecable de las mayúsculas, y usa la palabra
«obnoxious». Eso es calidad literaria, me diréis que no. Y no solo eso, ¿os habéis fijado en el nivel de detalle y dedicación que la editorial ha conferido a esta edición? Podrían haber dicho que Ryan estaba preocupado por que «
he is losing his only friend» (que fuera a perder a su única amiga), pero en lugar de eso han preferido decir «
he is loosing his only friend» (que estuviera aflojando a su única amiga). Son esos pequeños detalles los que hacen el conjunto mucho más mejor, como cuando una servidora está leyendo
Fanfiction.net y se encuentra con «calores abrazadores». Resulta todo tan entrañable.
Vamos, que si yo me hubiese encontrado este libro por casualidad en la librería,
hubiera sucumbido inevitablemente a la originalidad de su historia de amor imposible, y me habría llevado un ejemplar a casa, para devorarlo a la romántica luz de las velas. Pero ¿qué digo, un ejemplar? ¡Dos! Tendría que tener uno de repuesto, por si alguna desgracia imprevista aconteciera y el primero quedase inutilizable (algún trágico accidente, como una competición de lanzamiento de libros al fuego [abrazador]. Esas cosas pasan).