Donde la literatura y la maldad se toman un té

sábado, 28 de enero de 2017

De cómo a Ortiga le da tanta pena...

De cómo a Ortiga le da tanta pena las pobres excusas de novela que se escriben para el género fantástico que a veces se siente culpable por reírse de él.

Veréis, queridos hierbajos, esto es cierto. Me da pena. Pobre, pobre literatura fantástica: no se merece que se le escriban cosas así. Quiero decir, ¿es que no quedan escritores decentes que quieran darle algo de amor a este arte? ¿Sólo los coñazos con incontinencia verbal se meten a escribir fantasía? Pobre, pobre literatura fantástica.

Me he leído un libro que alguien mencionó en Twitter cuando pedí recomendaciones de escritores españoles hace unos meses. El libro en cuestión se titula La elegida de la muerte, de la madrileña Virginia Pérez de la Fuente Muerte Puente [Zarza: Y tiro porque me lleva la corriente]. Y… en fin, no se trata de un Innombrable, gracias al cielo, pero es un franco despropósito: carece de autoridad o de tensión narrativa de ningún tipo, es terriblemente explicativo, está plagado de momentos informativos para el lector y received text, la puntuación es MUY mejorable (mucho, de verdad), hay más personajes de los que puedan importarle al lector (y que además no aportan nada a la trama [no hablemos del núcleo, que no lo veo asomarse]), el tono es invariablemente coloquial y desenfadado se meta el narrador en la cabeza de quien se meta (nos da lo mismo la malhablada mercenaria-personaje principal que el reyezuelo de algún país), etcétera, etcétera. Diría que «hay tantos fallos que no sé ni por dónde empezar» de no ser porque ya he empezado. Creo que se entiende la idea, ¿no?




En fin, que esta es la sinopsis del susodicho:

«La apasionante fantasía épica [Ortiga: pronto empezamos con el sarcasmo] de una guerrera enfrentada a su propio destino.
Issi, una mercenaria, camina por un campo de batalla cubierto de cadáveres tras una batalla entre Thaledia y Svonda. Entre los muertos hay una niña moribunda. Cuando se inclina para verla, la niña posa un dedo en su frente [Ortiga: fallo de referente] e incrusta [Ortiga: toma, a mí sí que se me incrustan tus palabras] mágicamente en su piel un símbolo plateado, el Öi, antes de morir. Pronto empiezan a suceder cosas inexplicables relacionadas con la muerte [Ortiga: ¿pronto?, ¿pronto, cuándo? Porque llevo un cuarto de la novela y solo he visto suceder una cosa inexplicable], que le provoca un placer casi sexual [Ortiga: ¡¡eeeeeh…!! WTF??!]. Issi comprende que no puede ignorar el Signo, puesto que el Signo no se deja ignorar, otorgándole un poder que no desea. Y poco a poco el Signo se va revelando como algo mucho más poderoso, y mucho más terrorífico, que el simple dibujo que al principio había creído que era.
Los reyes de Thaledia y Svonda están muy interesados en localizarla, uno para hacerla desaparecer, el otro para utilizarla, mientras bregan en un soterrado juego de dominio. La guerra entre los dos países, las luchas internas y el juego político, el conflicto bélico, reflejan el conflicto que enfrenta a la Vida con la Muerte: la inevitabilidad de la Muerte y su unión inextricable con la Vida, que las convierte en enemigas y, al mismo tiempo, en hermanas [Ortiga: ya, gracias por explicarme todo lo que el libro no va a ser capaz de contar por sí mismo. Ayuda mucho]».


No voy a hacer una crítica de este libro. En su lugar voy a copiaros un fragmento para ejemplificar el tipo de texto al que nos estamos enfrentando.

Os pongo en situación. Hay un tipo, antiguo amante de la prota, que, por una serie de circunstancias, acaba enrolado en un ejército en contra de su voluntad y fingiendo que es un juglar. El hombre en cuestión es en realidad una saqueador de cadáveres y para mantener su tapadera se limita básicamente a negarse a las peticiones de los soldados de que les cante/componga algo. En un momento dado, no obstante, ya no puede negarse y tiene que improvisar sobre la marcha unos versillos.

«—¿Qué sabes tú de los muertos de Khuvakha, juglar? —inquirió el soldado, suspicaz, echando un par de ramitas al fuego y frotándose las manos para limpiarse el polvillo de madera que se le había quedado adherido a las palmas [Ortiga: ¿polvillo… de madera? ¿Quieres decir serrín? Qué avanzados y bien preparados están estos soldados de sociedad medievalesca, que las ramitas las cortan con sierra]. Keyen tragó con dificultad [Ortiga: esto sería párrafo aparte].

—¿Crees que iba a desaprovechar una ocasión así de escribir una saga? —preguntó, fingiendo sorpresa [Ortiga: gracias por la explicación, narrador]—. ¡Mil muertos, el campo cubierto de sangre, los grajos chillando, las nubes cubriendo el cielo! ¡Seré famoso, y el rey me abrirá las puertas del palacio de Tula Llevas y me dará de comer ostras y pavo con sus reales deditos!

—Oigámosla —interrumpió la voz del soldado que había reclutado a Keyen, el que ahora sabía que ostentaba el rango de teniente [Ortiga: y no me hagáis empezar a hablar de referentes].

Keyen levantó la cabeza y miró hacia arriba. Kamur lo observaba con el ceño fruncido, pero, igual que habían hecho cuando le dijo que era un juglar [Ortiga: no, en serio, no me hagáis empezar], sus ojos brillaban con un interés fuera de lo común en un soldado curtido como él. Keyen se atragantó con el pan ázimo, tosió y carraspeó.

—Sólo es un proyecto, teniente… —se excusó, pero Kamur hizo un gesto brusco [Ortiga: «gesto brusco», muy específico. Lo veo] y Keyen enmudeció al instante.

—Oigamos tu proyecto, entonces —dijo en un tono que no admitía réplicas [Ortiga: received text]—. Quizá alguno de nosotros pueda echarte una mano con las rimas. Nern, dale tu vihuela.

El tal Nern, un soldado joven de aspecto ausente, pareció despertar como de un sueño [Ortiga: se despertó de un sueño, plot twist!]. Se sentaba un poco aparte del grupo, tañendo con aire soñador un instrumento que de vihuela sólo tenía el nombre: un palo retorcido y burdamente lijado, una caja de resonancia llena de bollos y bultos extraños y que recordaba de forma sospechosa a un melón vaciado [Ortiga: porque los melones tienen bollos y bultos extraños por todas partes. Como todo el mundo que come melones sabe], un número indeterminado de cuerdas, cada una de las cuales sonaba como buenamente los dioses le daban a entender [Ortiga: ¡cuánta originalidad! Dame más received text, todavía no me he cansado] cuando el chico las frotaba con el arco redondeado, que tenía más cerdas sueltas [Zarza: que una piara desbocada O.O] que sujetas a uno y otro extremo. Y, sin embargo, el muchacho lograba sacar de aquello una melodía bastante agradable. "Debe de estar enamorado", se burló Keyen para sí, alargando la mano para coger el deforme artefacto.

Pellizcó una cuerda al azar [Ortiga: más referentes], y sonó un "boeeennnggg" irreconocible. Trató de poner cara de experto mientras manipulaba la clavija, poco más que un trozo de palitroque inserto en un agujero practicado en el mango. "Pongamos como hipótesis que esto es un la… [Ortiga: un la…¿úd? Pero ¿no era una vihuela? Ah, espera: un La. Coño]".

[Ortiga: está bien, olvidemos por un momento que no tengo nada claro que la autora de este libro conozca la diferencia entre un juglar y un trovador. Olvidemos, también, el hecho de que un "juglar" cuyo sustento depende de componer canciones viaja por ahí sin un instrumento propio y esto no hace que los soldados se muestren suspicaces. Está bien. Mi pregunta es la siguiente: ¿cómo de tonto es este personaje como para no ser capaz de salir del atolladero simplemente alegando que con ese instrumento cochambroso no se puede tocar?]

Jugueteó con las astilladas clavijas hasta que se rindió. "Tendré que conformarme con esto", suspiró. No se le daba demasiado bien improvisar, pero al menos no sería la primera vez que cantaba. En las tabernas solía cantar a menudo. A menudo, también, acababa con una jarra de cerveza derramada sobre la cabeza. Carraspeó sin atreverse a mirar a nadie, con los ojos clavados en la vihuela, que parecía sonreír con anticipación. "Piensa, piensa…" [Ortiga: falta puntuación terminal] ¿Cómo demonios se componía una égloga? ¿Rimaban todas las frases, sólo las pares, sólo las impares, sólo las que encontrasen por casualidad una rima con otra palabra anterior…?

Se mordió el labio. "A lo mejor vuelvo a tener suerte", se dijo, no muy convencido. Hasta ese momento no había tenido ningún problema para hacerse pasar por un juglar [Ortiga: porque parece ser que esta gente no ha visto un juglar en su vida]. Sólo tenía que quejarse mucho y buscar el favor de los mandos: era lo que hacían todos los juglares [Ortiga: gracias por la explicación, narrador]. Cogió el arco y empezó a tocar la vihuela, buscando la mejor forma de empezar la canción.

Las palabras acudieron a su mente como si alguien se las dictase al oído [Ortiga: oh, por favor, ¡para! No puedo soportar tanto derroche de originalidad]. Y ese alguien, curiosamente, tenía voz de mujer.

El sol se oculta, casto, tras las cumbres
de nieve llenas, blancas, altas, negras
y la hora llega de encender las lumbres.
Más allá do mira la luna plena,
la vista aparta, triste, afligida,
y deja el manto negro de la pena.
Bajo el llanto de la luna encogida
los cuervos negros hallan su sustento,
carne muerta, palpitante, ungida.
Los muertos yacen tibios bajo el viento,
la sangre empapa, roja, la llanura,
y sólo queda Ella con el Tiempo.
Avanza entre ellos con holgura,
se detiene, mira, elige uno,
y le da una patada, la muy burra!

[Ortiga: con la poesía no me voy a meter porque el propio personaje ya ha afirmado que no se le da bien esto, y además no tiene por qué saber lo que significan las palabras que está usando, ni que lo que dice no tiene sentido.]

Un coro de carcajadas acogió la última frase. Keyen se interrumpió bruscamente, y dejó la melodía en una nota falsa, que resonó unos instantes en la noche antes de perderse. "Idiota, idiota…" [Ortiga: falta puntuación terminal] ¿Cómo iba a seguir asegurando que no había estado allí, si sabía tantas cosas de aquella jornada, cosas que sólo podía saber quien hubiera visto el campo de batalla? Como por ejemplo, Issi… [Ortiga: no cierres incisos que no has abierto] Si alguno de aquellos conocía a Issi, la habría reconocido al instante. Sus patadas eran legendarias.

[Ortiga: alucino. De verdad. "¿Cómo iba a seguir asegurando que no había estado allí, si sabía (…) cosas que sólo podía saber quien hubiera visto el campo de batalla?". Sí, por supuesto, cosas como… que había cadáveres y cuervos alimentándose de ellos. ¿Dónde se ha visto semejante resultado de una batalla? ¡Es inconfundible! Y la descripción de la "legendaria" patada de Issi, ¡tan específica!, ¡cualquiera la reconocería! Te has condenado tú solo, "juglar". Francamente, no sé si todo este párrafo se supone que sea sarcasmo, una exageración o algo literal. Tampoco sé si pertenece a la voz del narrador o se supone que sea una incursión en la conciencia del personaje. Y, la verdad, no sé cuál de esas opciones me parece peor.]

—Aquí me he quedado —se disculpó, y le devolvió la vihuela a su propietario con una inclinación de cabeza».

Pues aquí me he quedado yo también.


Se acabó. A otro libro... mm... armadillo [:D].

4 comentarios :

  1. Yo lo leí cuando carecía de criterio y gustó y me gustó. Ahora estoy, felizmente, evitando releerlo con todas las fuerzas del mundo. Porque exceptuando algunas excepciones, todo lo que leí cuando tenía trece ahora me parece una basura.

    Nea

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  2. Desconfío horrores de los autores que describen a su obra como "apasionante" "fascinante" y todos esos adjetivos que deberían venir de los que lo lean, si es que tienen ganas de ponérselo. Y WTF con lo del placer casi sexual. O es sexual, o no lo es. ¿Cómo es algo casi sexual? ¿Y por qué ese placer se lo da una niña moribunda? Pedofilia casi necrofilia. Y ahí tenemos otro casi medio raro xD
    Muero de risa con solo leer la sinopsis. Y sí, pobre género fantástico.

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  3. En fin, yo con la sinopsis me alejo, sinceramente. Inigualable lo del «placer casi sexual», pero que no es sexual, ojo, lo es casi. Qué perlita. xD

    Por cierto, ¿sabéis que la chica esta tiene cuenta en fanfiction.net y fics publicados? Se movía por el fandom de Harry Potter y uno de sus fics alcanzó mucha popularidad. En su perfil dice que tiene publicado el libro y todo; es sólo por eso que conocía a esta señora. :D

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  4. Hola!!
    Últimamente el género fantástico parece un chiste. En serio, no puedo creer que tengo que abandonar la mayoría de los libros fantásticos que empiezo porque me dejan como ????????????????? Parece que los buenos escritores prefieren escribir otras cosas, o que muchos consideran que los buenos no pueden dedicarse a lo "fantasioso". Rayos.
    Un beso!<3

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