Título: La gruta de Melusina
Autora: Mireille Calmel
«Francia, 1483. La joven Algonde, hija de la gobernanta del château de Sassenage, ha caído en las aguas de un impetuoso torrente. Cuando todos la dan por muerta, reaparece sobre una roca, pálida y exánime. Asegura haber visto a Melusina, el hada con cola de pez que habita en una gruta. ¿Qué le ha dicho Melusina y por qué la ha devuelto a la vida? La joven se niega a revelarlo. Ahora conoce su destino… y luchará contra él con todas sus fuerzas.»
Terminar este libro me ha llevado bastante más tiempo del que me gustaría admitir.
Ha resultado ser una narración tan absolutamente caótica, que mi lectura diagonal se ha visto muy afectada. No obstante, se trata de un libro tan insufriblemente aburrido que, de no haber sido por la lectura diagonal, creo que hubiera muerto.
En serio,
la mayor parte del tiempo la he pasado llorando de puro aburrimiento. Luego ha habido otra parte, aunque no tan grande, que la he pasado sencillamente llorando (y tratando de no vaciarme las cuencas con una cuchara sopera). En fin, qué le vamos a hacer, soy una persona que llora por muchos motivos: tristeza, risa, sueño, asco y, sí, también de aburrimiento. Y
este libro me ha desgraciado los ojos, en tantos sentidos.
Tras tan penosa experiencia, me encuentro desprovista de fuerzas para proceder con esta crítica. Pero
trataré de compensar lo que me falta de fuerzas con lo que me sobra de odio y mala sangre.
¿Empezamos?
Este libro fue una recomendación de Anny D Lee en nuestro humilde e insidioso jardín. Así que… ¡gracias!
[Mente enferma y retorcida...]
Bien. Pues
la sinopsis es una gigantesca mentira.
La historia no va de cuando Algonde se cae al agua, sino de absolutamente todo lo que pasa después (de hecho, cuando comienza la narración, ese episodio ya ha quedado atrás, y la autora se contenta con resumírtelo brevemente en una suerte de
flashback). En todo caso, cuando la niña cae al río nadie más que su noviete la da por muerta, básicamente porque no hay
nadie más que ellos dos cuando sucede este episodio, así que como no sea que el resto de los habitantes del castillo tengan el don de la premonición… Difícil lo veo.
Más: cuando Algonde reaparece, no lo hace sobre ninguna roca; el mozalbete se tiene que tirar al agua para sacarla. Que ha visto a Melusina se lo cuenta a las dos únicas personas que son cercanas a ella: su madre y su noviete (¿hace falta irlo gritando a los cuatro vientos en la plaza de armas para que no se considere que es que «se niega a revelarlo»?). Que «conoce su destino», dices… ya. Y una mierda. Prueba otra vez. «Y luchará contra él con todas sus fuerzas», ajam, ajam, sigue probando. Va. Seguro que a la tercera va la vencida.
La sinopsis ha acertado con la fecha. Eso al menos se lo puedo conceder.
Bueno, pues como la sinopsis parece haber considerado su trabajo eso de no informar a nadie de nada, me tomaré la libertad de hacerlo yo.
¿Honestamente? No tengo ni la más puñetera idea. El libro era un coñazo insufrible y la historia iba dando tantos tumbos (de punto de vista, de cronología, de subtramas…) que no me he enterado de la misa la mitad.
Francamente, no me quita el sueño.
Os voy a decir de lo que sí me he enterado: Algonde es una muchachuela francesa que sirve en un castillo para un barón viejo libidinoso que está liado con la prima cascos ligeros de su difunta esposa, quien tiene además (la prima cascos ligeros, digo) una especie de ayuda de cámara con mucha bilis por sangre. Bueno, pues Algonde está enamorada del hijo del panetero, pero después de ser rescatada por Melusina, adquiere la certeza de que va a tener que renunciar a él por algo que el hada-serpiente ha dicho. Por en medio de todo esto hay una profecía que involucra a Algonde (entre otros) de una manera poco clara y cuyo contenido desconozco (básicamente porque me importa un carajo, y no me he molestado en prestar tanta atención), pero que termina con la salvación o condenación del maraviestupendo reino de Ávalon.
 |
Me aburro.
¿Qué pasa? |
Y luego mezcladas por ahí hay diversas historias paralelas cuyo contenido, una vez más, me ha importado tan poco, y me ha aburrido de tal mala manera, que me las he leído a lo saltamontes, es decir, escogiendo un total de unas veinte palabras desperdigadas por cada página (sé que hay peña de la orden de los Hospitalarios y turcos por ahí mezclados peleándose por un trono, o algo por el estilo).
En resumen, que mi impresión general de la historia es que morir de aburrimiento es un coñazo. Me parece mucho más tentadora la idea de matar de aburrimiento (o de cualquier otra cosa, con tal de que sea sangriento. No soy muy exigente). Las cosas como son.