Donde la literatura y la maldad se toman un té

martes, 20 de enero de 2015

Corrección de las primeras páginas de Hollow Pike

Bueno, pues de este libro, recomendación de La chica del abrigo rojo, no he podido conseguir un ejemplar a un precio que me pareciera razonable.

Lo que sí he encontrado son las primeras páginas colgadas en internet, así que he decidido (tras haberle echado un vistazo extra rápido por encima) que quizá es una idea interesante hacer una corrección para compartir aquí con vosotros. Permitid que me explique: por lo que he podido ver (y ya digo que sólo le he echado un vistazo muy por encima), no parece que este texto sea una aberración absoluta e irredimible; muy probablemente se trate de una historia de las del montón, nada especialmente ofensivo, nada particularmente meritorio. Así pues, me parece una idea interesante ofreceros una corrección de un texto de los de «podría salvarse», para que veáis errores habituales que con toda probabilidad más de uno y más de dos de entre vosotros cometéis de manera recurrente.

A vuestro disfrute queda:



Hollow Pike, de James Dawson

«Lis London decide empezar una nueva vida y se muda a casa de su hermana, que vive en Hollow Pike. Sin embargo, no todo allí es nuevo para ella: la floresta de este pequeño y misterioso pueblo, que esconde una historia inquietante, es la misma que aparece en sus escalofriantes sueños de las últimas noches: sueños cruentos en los que alguien trata de asesinarla.
Ella quiere escapar de sus peores pesadillas, teme que puedan hacerse realidad...
No creía en las leyendas locales sobre brujería y pensó que se encontraría a salvo..., pero en el bosque tenebroso de Hollow Pike, el mal nunca descansa.»

Sólo voy a decir dos cosas sobre esta sinopsis, antes de pasar directamente a la corrección (esto era sólo por situarnos todos, yo incluida).

1. Fuera los puntos suspensivos. En serio, out! A veces tengo la sensación de que la gente vive en una especie de mundo de Yupi paralelo al mío en el que para crear intriga basta con dibujar puntos, ¡puntos por todas partes! Pues no, lo siento. Los sinopsistas tendrán que currárselo un poquito más, me temo.

2. No es por ser aguafiestas, pero dudo obesamente que intentar compararse con Sleepy Hollow le vaya a hacer ningún favor a esta historia. Y conste que no me meto en la calidad que tenga o deje de tener Sleepy Hollow, pero es algo así como un clásico, muy conocido. Atreverte a poner tu historia a la sombra de un árbol tan grande es algo a lo que, por lo general, sólo se atreven los escritores inexpertos [sí, llamémoslos así]; porque aquí no es ya que te puedas pillar los dedos, es que como te cierren la puerta te dejan sin brazo. Los pocos buenos escritores que podrían de hecho sacar algo decente arriesgándose de semejante manera, lo más seguro es que ni siquiera lo intentasen en primer lugar (por diversos motivos [en los que no voy a entrar ahora mismo]). Así que partiendo de esta premisa… yo ya empiezo a leer con una ceja arqueada. Lo siento en el alma.

Le tocó :D
Pero bueno, me dejo ya de chorradas. ¡Manos a la obra!

[Aviso para navegantes: esto NO es una crítica, es una corrección. No pretende ser graciosa, pretende ser útil (o esa es mi esperanza). Y además es LARGA. Así que el valiente que se anime, yo le recomendaría que lo tomase con calma.]




Búhos

Lis sabía que estaba soñando, aunque eso no aliviaba el hecho de que la sangre le corriera por el rostro [Ortiga: por influencia del verbo «correr», que ya ha sido usado hasta la saciedad para hablar de lluvia y de lágrimas (ergo received text), yo al leer esto me imagino que la chica está sentada o de pie (en posición vertical, vaya)]. Se le metió por la nariz y le llegó a la garganta [Ortiga: y entonces llego aquí, y me preguntó cómo demonios es posible. ¿Será que la sangre no le está «corriendo por la cara» realmente, sino que tiene la cabeza metida en un barreño con sangre, o algo? ¿Están intentando ahogarla (en sangre)?]. Aquel gusto metálico la ahogaba [Ortiga: la nariz carece de papilas gustativas, y la garganta también, así que… ¿cómo demonios percibe el gusto? Y, además, ¿al autor de esta historia nunca le ha entrado agua por la nariz? Coño, con lo que jode eso, lo último de lo que te preocupas es de a qué sabe, sino ¡de que pica como un demonio!], la invadió el pánico [Ortiga: como Beatriz bien ha señalado en los comentarios, ahí hay un laísmo de los gordos].

No era la primera vez que se arrodillaba [Ortiga: o sea, que no es contra su voluntad. Entonces, ¡¿qué cojones…?!] en la roja corriente [Ortiga: esto no queda poético. Queda cutre. Busca una manera un poco menos patética de no repetir la palabra «sangre». Por cierto, ¿un río de sangre?]. Durante las últimas semanas se había visto inmersa muchas veces en aquella pesadilla [Ortiga: mola aquí el uso del adjetivo «inmersa», porque juega con el doble sentido (aunque verse inmersa en una pesadilla es un poco received text, pero aquí se le perdona)], y cada vez que volvía a tenerla, la visión resultaba cada vez más real [Ortiga: cada vez, cada vez, cada vez, cada vez…], más visceral.
Afilados guijarros de río D:

En ocasiones, el sueño se centraba en su pelo largo y mojado [Ortiga: el sueño es un ente consciente con capacidad de concentración. Y tiene pelo :D], enmarañado sobre la cara. Otras veces, en la lluvia heladora y en el viento huracanado. Otras, en los chillidos de terror que se oían lejanos [Ortiga: toda esta descripción es muy aséptica: no transmite ninguna emoción ni sensación, ni miedo, ni intriga, ni nada de nada. Si el autor pretendía incitar al lector a seguir leyendo con esto… fail]. En aquella ocasión, Lis era muy consciente de los guijarros, tan fríos, redondos y perfectos bajo sus manos. Le raspaban la piel [Ortiga: guijarros de río, redondos, que raspan la piel. ¿Tú estás seguro? ¿Te has metido alguna vez en un río? Que se te claven, vale, pero ¿que te raspen?], pero ella sabía que la sangre que le corría por el cuerpo no era suya [Ortiga: uh… ¿cuántas transfusiones te han hecho hoy, monada? ¿De qué hospital te has escapado? No, en serio: sangre que te corre por la cara puede funcionar (aunque sea un poco received text), pero la sangre que te corre por el cuerpo ya es una cosa muy otra].

Lo más morboso era que estaba empezando a disfrutar aquellos terrores nocturnos [Ortiga: ahora mismo no tengo internet, así que no puedo comprobarlo, pero hasta donde yo sé, los terrores nocturnos se caracterizan por que la persona que los padece no recuerda el episodio una vez despierta. Teniendo en cuenta eso, es simplemente imposible que alguien pueda disfrutar de un terror nocturno (aun suponiendo que tal circunstancia no fuese contra la propia naturaleza del trastorno): no puedes disfrutar algo que no recuerdas, porque si no lo recuerdas para ti es como si no hubiera sucedido]. Cada sueño aportaba una nueva pieza del rompecabezas, aunque todavía le faltaba mucho para apreciar la foto que aparecía en la caja [Ortiga: ¿caja?, ¿qué caja? ¿De qué me hablas? Con un puzle, todavía, pero los rompecabezas no tienes por qué venir en caja, para empezar, así que el significado queda demasiado lejos]. En realidad, no había visto nunca el arroyo del sueño, ni el bosque por el que discurría este [Ortiga: ese pronombre «este» tiene una función referencial aclaratoria en contextos en los que hay dos o más posibles referentes enunciados en sucesión. En esta frase sólo hay uno: el arroyo del sueño; ergo ese pronombre no pinta nada ahí puesto. Fuera con él]. O tal vez sí los hubiera [Ortiga: ¡¿hubiera?! ¡Había! «Hubiera» implica una hipótesis en el pasado: «si hubiera visto aquel bosque de niña, lo reconocería»] visto... [Ortiga: fuera estos puntos suspensivos. Los puntos suspensivos quedan prohibidos hasta nueva orden. ¡He dicho!] Había un recuerdo lejano, de la infancia, carcomido por el tiempo [Ortiga: tiempo que carcome… received text].

Aquel chillido desesperado se acercaba [Ortiga: ¿aquel? Primera vez que se menciona esta información. ¿Cómo que aquel?], se hacía más fuerte [Ortiga: gracias por la doble aclaración. Era muy necesaria], distorsionándose por momentos [Ortiga: ¿esto no es un contrasentido? Los sonidos que se acercan tienden a hacerse más nítidos. ¿A qué se refiere exactamente con «distorsionándose»?], mientras ella hundía y sacaba del agua la cabeza [Ortiga: eh… whaaat?! ¿Está metiendo y sacando la cabeza en el río de sangre (y ahogándose en el proceso) ella sola y sin coacción? ¡¿Por qué?! Y entonces, ¿por qué el narrador nos lo cuenta como si ella no tuviese control sobre lo que pasa? ¿De qué psiquiátrico se ha escapado esta niña?].

Cobró conciencia de sus propios jadeos y gemidos [Ortiga: mira, otra como Bella Swan, que es capaz de pensar que se está produciendo un terremoto antes de darse cuenta de que le tiemblan las rodillas. Como diría Dana, de Reasoning With Vampires: least.observant.narrator.ever]. ¿Podría arrastrarse mucho más allá? [Ortiga: no sé vosotros, pero yo ya me he perdido.]

Cada movimiento resultaba fatigoso [Ortiga: ¡fatig…! La madre que la ha pa’, gusarapa] y lento. Ni siquiera la adrenalina podía contrarrestar el agotamiento de sus brazos, y el agua parecía espesa melaza [Ortiga: ¿? ¿Está nadando? ¿En el «arroyo»?]. Pese al dolor y las rodillas sangrantes [Ortiga: ah… los afilados cantos rodados de río], se esforzaba en seguir. La ropa, empapada, se le pegaba al cuerpo, y tiraba de ella hacia atrás [Ortiga: hacia atrás, que no hacia abajo, ergo efectivamente debe de estar nadando. Nadando a perrito, para poder arrastrar bien las rodillas por la lecho del arroyo y despellejárselas como Dios manda. Otra explicación no se me ocurre. ¿Alguna sugerencia?].

En lo alto, los búhos giraban en torno a árboles calcinados [Ortiga: ¿a árboles? No termino de entender el porqué de la omisión del artículo en este caso]. Estaban allí por ella, eso lo sabía, aunque no comprendía por qué [Ortiga: es un sueño. Todos hemos tenido sueños. Sabemos cómo funcionan estas cosas. No hace falta que me deletrees que «no comprendía por qué». Si te lo ahorras, todo el mundo lo pilla. Pero claro, eso implicaría que sabes jugar con los silencios, y entonces no estaría yo haciendo esto]. Pero en aquel momento no tenía tiempo de preocuparse de eso: tenía que alejarse de allí [Ortiga: explicaciones, explicaciones].

Sabía lo que iba a pasar [Ortiga: este narrador no está funcionando. Como en español primera y tercera del singular coinciden en muchos casos, y teniendo en cuenta que este narrador no personal está centrado en la conciencia de la chica, la mitad de las frases crean una ambigüedad poco conveniente para la historia (esta es una putada grande para el traductor, pero, oye, se supone que nos pagan para esto. Si traducir fuese tan sencillo, cualquiera podría hacerlo, no haría falta estudiar una carrera)]. El sueño terminaba siempre de la misma manera. Desde luego, reconocía [Ortiga: referente: el sueño] la mano helada cuyos dedos ahora se le introducían en el cabello [Ortiga: ¿se le introducían en el cabello? Personalmente no considero «el cabello» un lugar en el que uno pueda meterse]. La agarraba [Ortiga: referente: todavía el mismo que la frase anterior. Este sueño no sólo es muy listo y reconoce manos, también muy violento, se diría] con tal fuerza que a Lis le resultaba imposible volverse y encararse con su agresor. Ni una sola vez había puesto [Ortiga: de nuevo, referente] sus ojos en él. Soltó [Ortiga: referente, sí, de nuevo. Y otra cosa: cuidado, porque todo el párrafo está narrado en pretérito imperfecto, así que este pretérito perfecto simple aquí pinta lo mismo que un huevo en un zapatero] un alarido antes de que le hundiera [Ortiga: referentes, tanto para el verbo como para el pronombre. Oye, no, ahora en serio: ¿quién ha traducido esto? La gente que no sabe escribir no debería hacer traducciones, que luego mira lo que pasa] la cara en el agua de tinta [Ortiga: pero ¿no era sangre?].

No había luna para iluminar el arroyo, y Lis estaba hundida en la oscuridad [Ortiga: repeticiones, repeticiones]. Las burbujas le corrían por las mejillas mientras aquella mano dura como un torno [Ortiga: ¿dura como un torno? ¿Cómo cojones es eso?] la hundía más adentro [Ortiga: ¿adentro de dónde?], le hundía el rostro hasta el mismo lecho del arroyo [Ortiga: repeticiones, repeticiones].
Por increíble que parezca... la O es de oxígeno.

Intentó relajarse [Ortiga: referente: la luna]. Sabía que no tardaría en despertar [Ortiga: dato curioso: ¿sabíais que por lo visto una persona no puede soñar con su propia muerte? Me refiero a que no puede soñar que muere, se despierta en lugar de morir. No me acuerdo dónde leí esto, pero era algo así como que el cerebro cortocircuita al intentar concebir la propia no existencia. Mola, ¿eh?]. El pecho se le encogía tratando de inhalar el oxígeno que no había allí [Ortiga: punto número uno: habla con propiedad; a menos que tengas una bombona, nadie inhala oxígeno, inhalamos aire (una mezcla de gases). Punto número dos: la están asfixiando en un arroyo; si hay agua, hay oxígeno (aunque no sea en la forma en que sus pulmones lo prefieran :D). Punto número tres: si está intentando inhalar, la caja torácica no se le «encogerá»; bien al contrario, los músculos tirarán de las costillas y el diafragma descenderá para crear un efecto de vacío en los pulmones (en serio, considero que esto es anatomía básica)], mientras sus labios se separaban inútilmente. Era el fin [Ortiga: del sueño. Ahora no te nos pongas melodramático, narrador, que hace dos frases nos has dicho que está a punto de despertarse, así que no hay necesidad de entrar en pánico. Ay, narradores que se sabotean a sí mismos…].

Lis abrió los ojos de repente. Siempre le quedaba la sensación de que debía salirse de la cama de un salto y quitarse de encima las sábanas empapadas de sudor, tal como hacen en las películas. Pero allí estaba a salvo, acurrucada bajo el edredón, cómoda y calentita, en su viejo dormitorio de toda la vida [Ortiga: jo, lo de salirse de la cama como en las películas podría haber dado para una desfamiliarización. Este, como Jack Sparrow, a las grandes oportunidades les sonríe y las saluda con la mano mientras pasan de largo].
¡Mira qué curioso! Esto resume muy bien el panorama literario
actual también: el niño es el escritor, la profe es el crítico
literario, y los padres son los fans-lectores.

Estiró la mano para coger el móvil. No tenía mensajes, y el reloj de la pantalla indicaba las 2.14 de la madrugada. Se dio la vuelta para volver a dormirse, a sabiendas de que no lo conseguiría [Ortiga: continuamos con el texto completamente plano…].

Pues [Ortiga: ya estás tardando en justificarme por qué comienzas párrafo de esta manera. Y ya tiene que ser una excusa cojonuda, jovencito] aquel era el día en que se iba a vivir a Hollow Pike.



La Floresta

Al abrir los ojos, Lis reconoció inmediatamente los valles de Yorkshire, y aquellas carreteras sinuosas que hacían que la cabeza adormecida pegara contra la ventanilla [Ortiga: ¿mande?] mientras su madre conducía el coche por el serpenteante recorrido que llevaba a Hollow Pike.

—Vamos, cielo, despierta —le decía su madre—. Que ya casi llegamos.

Lis parpadeó y se puso derecha en el asiento. El conjunto nuevo que llevaba puesto se le había arrugado completamente. Todas las viejas zapatillas y chaquetas de capucha se habían quedado en Gales, porque había querido comprar ropa nueva para un nuevo comienzo [Ortiga: y blah, blah, blah, texto plano que no le interesa a nadie].

—¿Cuánto es «casi»? —preguntó con voz ronca [Ortiga: si reconoce los valles y las carreteras y toda la parafernalia… ¿no es porque ya ha estado allí? ¿Por qué necesita preguntar algo que parecer ser que ya sabe?].

—No mucho. Desde aquí se ve ya la Floresta de Pike.
Hacen falta ojos de elfo para otear el horizonte.

Lis se hizo para delante [Ortiga: ¿se hizo?] y entrecerró los ojos para otear el horizonte [Ortiga: joder, ¿el horizonte no es un poco lejos para empezar a decir «se ve ya»? ¿Cómo de grande es la floresta?]. Vio la mullida alfombra de árboles que cubría las colinas que tenía delante [Ortiga: intuyo que eso no es la floresta… pero en todo caso, alfombra de vegetación es received text, y en el caso de los árboles está además muy pillado por los pelos: ya tienen que ser árboles muy canijos para que se les pueda comparar con una alfombra]. Su madre había tomado el camino que entraba en el pueblo por detrás [Ortiga: o sea que efectivamente Lis ya conoce el sitio, ¿o esto soy yo otra vez entremezclando narrador y personaje? Cuando el narrador se dedica a meterse sistemáticamente en la conciencia del personaje, se me hace muy difícil distinguir las apreciaciones de uno de las del otro (para hacerlo bien necesitamos un buen escritor, y no es el caso)].

—¿Cómo es que vamos por aquí? [Ortiga: ¡efectivamente! Sigo sin saber si la frase anterior pertenece al narrador o a Lis, pero la niña conoce el sitio, eso está claro (así que, que no haga preguntas estúpidas).]

—La carretera está en obras, cielo. No soporto esos semáforos provisionales que ponen, te tienen un año esperando. No había venido nunca por aquí, pero Sarah dice que es un atajo.

Lis se mordió la lengua para no decir nada sarcástico sobre los turbios [Ortiga: ¿turbios?] antecedentes de su madre con los atajos, entre los cuales constituía un momento especialmente aterrador el incidente en Tenerife, cuando casi salen volando por el borde de un acantilado. Así que en vez de decir nada, puso los ojos en blanco y volvió a mirar el camino [Ortiga: «cada vez que mi madre habla de atajos, me viene a la memoria aquella ocasión en la que, buscando un atajo, casi nos despeñamos por un acantilado. Pero eso no me crea la más mínima ansiedad, sólo me da ganas de poner los ojos en blanco.» Claro, muy normal todo. ¡No! ¡Cuidado con los ejemplos que ponéis! Tienen consecuencias y efectos lógicos en la psicología del personaje]. El diminuto Corsa plateado cruzó un puente antiguo que iba a dar a los imponentes árboles que tenían delante [Ortiga: y ahí se les acabó el atajo, empotradas contra un imponente árbol :D No debería haber árboles al final de un puente. Descripción inadecuada]. Bajó [Ortiga: ¿el Corsa bajó la ventanilla? Qué coche más moderno, con voluntad propia, y todo] el cristal de la ventanilla para ver mejor.

Al fijar la mirada en el arroyo que corría por debajo, rápido y cantarín [Ortiga: y, por curiosidad, ¿lo oyes cantar desde el coche, motor encendido y todo?], Lis recordó su sueño [Ortiga: y ¿esto le pasa ahora con todos los cursos de agua? Lo digo porque, a menos que sea justo ESE arroyo (o que le remita a él por un motivo específico), no veo por qué tendría que recordarle a nada: el de su sueño lleva sangre] y sintió que un repentino escalofrío le recorría la columna vertebral. Entonces hizo lo que hacía siempre con aquel desagradable recuerdo: hacerlo retroceder hasta un rincón de la mente, esforzándose en pensar en otras cosas [Ortiga: explicativo. Si omites toda esta frase y continúas directamente con lo siguiente, todo el mundo entiende perfectamente lo que está intentando hacer la prota, y queda muy nice]. Pensó en cómo sería vivir con Sarah; en si su madre tendría razón al decir que «se había pasado» con su ropa nueva (Lis pretendía estar «mona [Ortiga: no te COMAS la COMA] pero elegante» con sus nuevas faldas y tops); y en si alguien en el Colegio de la Comunidad de Gwynedd se daría cuenta de que se había ido [Ortiga: los puntos y coma no están justificados en esta oración: se trata de una enumeración simple, sin incisos entre comas de por medio].

Por supuesto, se daría cuenta Bronwyn Evans. Ella era la principal razón de que Lis se mudara. El instituto se había negado a reconocer que entre sus paredes se dieran casos de verdadero acoso, y por eso se le había ocurrido a su madre llevársela al norte, con Sarah [Ortiga: explicativo y, para colmo, anecdótico (no porque el incidente en sí sea anecdótico, sino por la forma en que está tratado). Por cierto, el hecho de que la única persona que vaya a echar en falta a la prota sea su bully particular no dice mucho en favor de la prota en cuestión]. Lis no había dejado pasar la oportunidad. Su madre estaba tan ocupada con su nuevo novio (que no tardaría en convertirse en su tercer marido) que Lis se preguntaba si tan siquiera la echaría en falta [Ortiga: continuamos con las explicaciones anecdóticas]. Lis había soñado con vivir con su hermana Sarah desde el mismo momento, años antes, en que esta se había ido a Hollow Pike para cuidar de la abuela. Tal como lo veía Lis, aquella solución beneficiaba a todos.

En un instante, fue como si el coche hubiera dejado atrás el día para entrar en la noche [Ortiga: en Hollow Pike, el día es un lugar. La noche, también]. Dentro de la floresta, solo unos largos dedos de luz diagonal penetraban las hojas [Ortiga: whaat? Y penetrar las hojas suena simplemente mal, lo siento], y Lis clavó los ojos en la penumbra [Ortiga: ¿la penumbra también es un lugar físico concreto?]para distinguir adónde llevaba el camino. El bosque se cerraba tras ellos [Ortiga: ¿los árboles se mueven a su paso?], atrapándolos en su húmedo follaje. Era como ser engullido por una enorme ballena verde [Ortiga: ballena verde. Ya. Te acabas de cargar tú solo el aire tenebroso del asunto. Ballena verde suena sencillamente hilarante. En serio, intentad imaginar una ballena verde, es una cosa muy cachonda]. Lis se estremeció al pensarlo [Ortiga: ¡qué poco sentido del humor!].

Al mirar más de cerca lo que la rodeaba, comprendió que la floresta estaba llena de vida [Ortiga: esto parece como toda una revelación, pero hasta ahora no me había dado la sensación en ningún momento de que el sitio pareciese muerto/vacío]. Todas las superficies estaban recubiertas de musgo o líquenes, y los pájaros... [Ortiga: uuuh, puntos suspensivos… misterio… misterio] los pájaros eran ensordecedores. La densidad de los árboles hacía que la radio perdiera la onda [Ortiga: radio, no estás en la onda], de modo que en el coche solo se escuchaba un susurro misterioso, que por un momento a Lis le pareció que era el sonido mismo del bosque, que crecía, se movía, respiraba [Ortiga: ¿en serio? ¬¬ Pero, amo’ a ve’, alma cándida. ¿Tú no has ido en coche por un bosque en tu vida, o qué? Como no sea que estemos hablando de un coche a pedales, como el de los Picapiedra, ese «susurro misterioso» ya te digo yo lo que es: el motor. Y de susurro tiene poco, permíteme que te diga].
**chirrido de frenos**

Su madre pisó el freno al estrecharse el camino [Ortiga: pisó el freno suena un tanto dramático, como que detiene el coche, o es una frenada brusca. Pero luego la narración sigue como si tal cosa, así que supongo que solamente es reducción de velocidad rutinaria, en cuyo caso… ¡mal!]. Las ramas rotas de los árboles colgaban peligrosamente cerca del coche [Ortiga: así puesto, parece como si ramas rotas colgantes fuese algo habitual. A mí no me lo parece. ¿Se supone que son ramas a medio desprender, o son ramas desprendidas de la parte superior que se han quedado enredadas entre las ramas más bajas? Y en cualquier caso, ¿cuántas hay incluidas en ese plural para que el incidente tenga tanta relevancia como para ser relatado aquí?], y parecía como si la oscuridad misma se acercara [Ortiga: si hay ramas rotas, ¿no deberían haberse formado claros?], haciéndose más intensa a medida que avanzaban por la Floresta de Pike.

—Mamá... [Ortiga: out!] —Lis no tenía en realidad nada que decir, pero esperaba que algo de conversación aliviaría [Ortiga: aliviase. Insisto: ¿quién ha traducido esto?] aquella atmósfera repentinamente siniestra [Ortiga: pues como le des conversación con esa verborrea…].

—Ya lo sé, cielo. Sarah y sus atajos, ¿verdad? —Deborah esbozó una sonrisa que no llegó a los ojos.

Lamentando inmediatamente haberle dado a su madre ocasión de criticar a su hermana, Lis apagó el ruido de la radio [Ortiga: coño, la niña había estado escuchando a los pájaros no solo por encima del ruido del motor, ¡sino de la estática de la radio también! Sin duda eran pájaros increíblemente escandalosos] y alargó la mano hasta la caja de casetes de su madre. Por una vez, la idea de oírla acompañar los grandes éxitos de los setenta le parecía reconfortante.

Sin previo aviso, su madre pisó a fondo el freno [Ortiga: ya me has engañado una vez. Esta carece de emoción]. Lis pegó con la frente en el salpicadero.



—¡Ay! —gritó—. ¿Qué estás haciendo, mam...? [Ortiga: fíjate que estos puntos suspensivos en concreto podrían funcionar. Pero hemos quedado en que los tengo prohibidos, así que fuera también]

—¡Maldito bicho...! [Ortiga: y estos ni te cuento. ¡Largo!]—exclamó la madre.

Lis se incorporó para ver qué era lo que había hecho frenar tan bruscamente a su madre. En el medio del camino estaba plantada una simple urraca, blanca y negra, jugando con el coche a ver quién era más gallito [Ortiga: una vez más, expresada de esta forma, la situación suena sólo ridícula. Además, nadie para el coche por una urraca: sigues conduciendo porque das por sentado que levantará el vuelo cuando el coche se acerque, así que esta reacción por parte de la madre es absurda e injustificada]. Sencillamente se quedó allí aguardando, mirándolas con sus ojos negros, redondos y brillantes, llenos de inteligencia [Ortiga: MoFU, Movimiento en Favor de las Urracas].
No soy una urraca, pero también sé mirar mal.

Deborah apretó el claxon para lanzar un breve pitido, pero el ave no movió un músculo [Ortiga: mala manía que tiene la gente de usar la expresión «no mover un músculo». Noticia: el corazón es un músculo. Si fuera cierto que «no movió un músculo», el bicho se desplomaría fulminado (¡rayo fulminante!). En todo caso, sin ponernos tan técnicos: «no mover un músculo» es a estas alturas received text, y en mi universo eso significa que tengo licencia para ponerme literal], ni siquiera se inmutó. Por el contrario, parecía que miraba a Lis de modo más penetrante [Ortiga: ergo sí que se inmutó. Ahora, que me gustaría saber cómo mira una urraca «de modo penetrante» (y cómo distinguir cuando lo hace «aún más»].

—¿Qué hace? —murmuró Lis [Ortiga: mirarte de manera penetrante. ¿No lo ves? Ella sí que te ve a ti].

—¿Te crees que soy una especialista en psicología animal? [Ortiga: pues preguntádselo al narrador, que parece muy puesto.]

Su madre avanzó con el coche, pero la urraca no cedió terreno, y siguió bloqueando el acceso a Hollow Pike. Y no había modo de pasar dejándola a un lado [Ortiga: era una urraca muy gorda, ¿vale? Ocupaba toda la carretera. Y además, ya sabes, las urracas son animales en peligro de extinción, atropellar una con el coche está penado con cárcel. ¡MoFU!].

—¿Te importaría salir a espantarla, Elisabeth, por favor? [Ortiga: ¿en serio? El bicho no se siente intimidado por el monstruo metálico de dos toneladas que se le viene encima. Sin embargo, una enclenque adolescente humana es terrorífica.] Si seguimos así se nos va a hacer de noche.

Obediente, Lis se desabrochó el cinturón de seguridad y abrió la puerta [Ortiga: yo le hubiera dicho que saliese ella, si tanta prisa tenía, no te jode]. Al sacar las piernas, pisó agua helada. Volvió a levantar las piernas y miró hacia abajo [Ortiga: no sabe hacer dos cosas al mismo tiempo, ¿vale?]: el coche se había detenido sobre un arroyo nada profundo por el que corría un poco de agua [Ortiga: difícilmente podría llamársele «arroyo», profundo o no, si no llevase nada de agua… Pero de todas formas, ¿tú estás segura de que estáis yendo por un camino? Me refiero, ¿no estaréis yendo campo a través?].

—Ten cuidado, cielo, no eches a perder los zapatos [Ortiga: insisto: sal tú].

Tan pronto como salió del coche, la urraca, que era mayor de lo que ella había pensado, le lanzó una última mirada [Ortiga: ¿había dejado de mirarla momentáneamente? ¿O es que las miradas van en paquetes discretos de diez segundos, y una vez transcurridos se considera que es una mirada nueva?] y salió volando hacia el refugio de las copas de los árboles [Ortiga: vaya, pues sí que era una adolescente terrorífica. Eso no dice mucho en favor de su ropa nueva…]. Pero Lis apenas se dio cuenta, pues hacía esfuerzos por respirar mientras miraba a su alrededor [Ortiga: ¿veis? Os lo dije. Lo suyo no es el multitasking], asimilando por vez primera la totalidad del lugar en que se encontraba [Ortiga: ¿desde el coche lo estaba asimilando por cachos?]. Todo le resultaba muy familiar: el agua, el aire denso, terroso... [Ortiga: ¡puntos suspensivos fuera!] Aquello era su sueño: el arroyo, la sangre [Ortiga: ¡¿dónde hay sangre?!], la oscuridad... [Ortiga: out!]

Empezaron a empañársele los ojos [Ortiga: parece que alguien necesita limpiaparabrisas para ojos :D], y se obligó a controlarse. Aquel no podía ser el bosque que tan a menudo veía en sus sueños, porque no había estado allí nunca [Ortiga: pues esto contradice tus primeros pensamientos del capítulo, pero en todo caso… ¿nunca habías venido a ver a tu abuela, mala nieta?]. Y, en realidad, todos los bosques y todos los arroyos se parecen mucho [Ortiga: says who?]. Lo único que pasaba era que la había alterado aquel pajarraco espeluznante e inquisitivo, y el traslado, y su madre y ¡uf! [Ortiga: bueno yo ya hacía un rato largo que estaba leyendo esto asumiendo que el narrador era en realidad la prota, pero en este preciso momento lo hago oficial: esto es un narrador en primera, disfrazado, pero en toda regla], todo lo que había pasado aquel día, así que cuanto antes llegara a casa de Sarah, mejor. Respiró hondo.

—Elisabeth, ¿vas a volver al coche, o no?

Lis salió de su estupor, pasó de puntillas sobre el arroyo de agua helada, y se subió al asiento del acompañante [Ortiga: ¿cuándo se ha alejado del coche? Se supone que, nada más salir, la urraca ha huido].

—Mala suerte, sí [Ortiga: coma] señor —dijo su madre al tiempo que Lis cerraba su puerta de un portazo.

—¿El qué?

—La urraca. ¿Cómo decía aquella rima... [Ortiga: out!]? Ver una trae penas.

El resto del viaje transcurrió aprisa [Ortiga: ¿aprisa?]. Su hermana tenía razón [Ortiga: alusión repentina a la hermana (la hermana del viaje), como quien retoma un tema de conversación que acaba de cortarse]: para evitar las obras de la carretera, era mejor que fueran por el camino que transitaba por el pie de la colina y llevaba directamente a la casa nueva de Sarah en muy poco tiempo [Ortiga: teniendo en cuenta el bosque supuestamente chungo y la urraca más chunga todavía… yo pensaba que el narrador estaba siendo sarcástico. Hasta que he llegado a la conjunción copulativa. Entonces me he dado cuenta de que simplemente estaba haciendo alarde de su memoria de pez]. Y allí estaba la casa de los sueños de su hermana, recortada contra el paisaje como una elegante escultura moderna. Max, el cuñado de Lis, acababa de terminar las obras en la casa [Ortiga: y esto lo saben porque… ¿hay un cartel que dice «obras recién terminadas»? Y ¿qué relevancia tiene esta información para la historia, aquí puesta?], que se llamaba «el Cubo». Ahora Lis veía por qué se había ganado semejante título: era como si un gigante hubiera dejado por descuido allí, al borde de la floresta, un bloque de cristal y madera [Ortiga: un bloque random, sin función aparente, porque eso es algo que un gigante transportaría por ahí, suponiendo que aceptemos la hipótesis del gigante. Usar criaturas de leyenda en tus metáforas y comparaciones no te da licencia para decir cosas que no tienen ningún sentido]. Era un sitio sensacional... [Ortiga: out! Y por cierto, ese «sensacional» es un anglicismo] y ella tenía que [Ortiga: ¿tenía que? ¿Por qué la perífrasis de obligación? Resulta semánticamente contradictorio con el hecho de que ella quiere hacerlo] vivir en él.

Cuando por fin el coche entró en el camino de la casa [Ortiga: ¿por fin? Hace un segundo me has dicho que el atajo era una pasada de atajo y muy corto, así que esto resulta semánticamente contradictorio, también. Que lo mismo el viaje ha durado dos semanas, me parece perfecto, pero en el párrafo justo anterior has hecho énfasis en la brevedad del último tramo, así que resulta extraño], Lis estuvo segura de oír todavía el susurro de las ramas al viento [Ortiga: no solamente los pájaros eran atronadores, pues] y, si se esforzaba un poco, el pequeño arroyo que corría sin parar hacia el río [Ortiga: lo siento, pero esto ya es meterse en el terreno del trastorno psiquiátrico. Anda, tómate la medicación, bonita]. Movió con firmeza la cabeza hacia los lados, en gesto de negación [Ortiga: ¿tú has probado a hacer esto? Queda raro, mover la cabeza negativamente con firmeza en respuesta a monólogo interno. Puede hacerse, no cabe duda, pero esto te marca muy mucho al personaje. Mucho ojo]: tenía que ser valiente, ya no era una niña pequeña [Ortiga: received text. Y de todas formas, ¿los niños pequeños no pueden ser valientes?]. ¿Quién arma [Ortiga: este presente simple me ha saltado a los ojos] tanto jaleo por unas pesadillas?

Sasha, la pesada setter de la familia [Ortiga: entonces encajará bien, porque anda que tú, maja…], acudió corriendo a recibir al coche. Lis salió del coche [Ortiga: repetición muy seguida de la palabra «coche»] y permitió que la bestia de pelo rojizo se le echara al pecho.

—¡Sasha! —exclamó con voz de chaval [Ortiga: ¿con voz de chaval? ¿Qué cojones es eso? Y, además, ¿puede saberse quién habla? El referente sintáctico es, de hecho, Sasha]—. ¿Cómo está mi perrita guau guau? [Ortiga: quien quiera que seas, muere (menos si eres el perro, los perros son adorables).]



—¡Elisabeth! ¡No dejes que te ensucie la ropa! —le ordenó su madre.

Una voz distinta las interrumpió desde arriba. Era una voz cálida y cariñosa, pero con un dejo de exasperación: [Ortiga: la caracterización de la madre es bastante pobre e inconstante, pero tiene algo que ganar con esta (también un tanto pobre) caracterización de la hermana, por el contraste. Para que veáis que a veces cuenta más lo que no se dice que lo que sí se dice: aquí, por ejemplo, tiene más peso la falta de cariño en la voz de la madre que lo que sí pueda apreciarse en la voz de la hermana]

—¡Déjala en paz, mamá! ¡Siempre tienes que estar rezongando!

Ambas [Ortiga: ¿de qué ambas estamos hablando?] levantaron la vista y vieron a una rubia alta y llamativa [Ortiga: ¿llamativa de qué tipo? Sin duda llamaría la atención si tuviese un solo ojo y labio leporino] situada en la terraza que rodeaba completamente el piso de arriba. Sarah, doce años mayor que Lis, solo era hermanastra suya, nacida del primer matrimonio de su madre; pero Lis no habría podido quererla más aunque hubieran tenido el mismo padre [Ortiga: no tengo claro si debería sentirme ofendida por una afirmación de estas características. No es que yo tenga hermanastros/as, pero si lo intento mirar desde ese punto de vista, me resulta un poco ofensivo que se considere la ausencia de vínculo de sangre completo como un posible lastre en una relación fraternal. Seguramente el autor no pretendía implicar nada con esta frase, sólo buscaba una manera de expresar el inconmensurable afecto de Lis hacia su hermana, pero… hay que tener cuidado también con las cosas que decimos sin querer].

—Dejad todas las cosas en el coche —les indicó Sarah—. Max baja ahora para echar una mano. ¡Subid, que ya he puesto la tetera! [Ortiga: ah… bueno, verás, si ellas van a estar arriba contigo bebiendo té cuando Max baje a «echar una mano», entonces ya no es «echar una mano», es «hacer de mula de carga».]

Lis subió corriendo para saludar a su hermana. Sarah la estrechó fuertemente en sus brazos, y las dos se lanzaron preguntas de saludo sin esperar respuesta. Sarah felicitó a Lis por su ropa nueva tan elegante, hasta que llegó Deborah y recibió un abrazo similar [Ortiga: resumen narrativo].

Sarah las invitó a pasar dentro y, observando la enorme cocina, a Lis le pareció que cada viga y baldosa que había puesto Max irradiaba calidez y amor [Ortiga: xDDDDDDDDDDD Las baldosas sobre todo, son unos objetos muy amorosos]. Unas enormes ventanas llenaban la casa entera de una luz celestial [Ortiga: ¿alguien ha dicho luz celestial? e.e]. Todo estaba limpio y era moderno, pero de ningún modo frío ni minimalista [Ortiga: no sé a vosotros, pero a mí esto no me ayuda en nada a visualizar la casa: yo sigo viendo a un gigante rascándose la cabeza frente a un enorme bloque de piedra]. Más bien, el espacio estaba atestado de cosas, lleno de muebles bonitos [Ortiga: estoy pensando en una letra bonita y misteriosa] que su hermana había recogido y restaurado, por no mencionar la dispersa colección de juguetes de bebé [Ortiga: el autor parece pensar que nos está dando datos relevantes para una descripción, pero no es así. La selección de elementos es un «qué me estás contando» en toda regla].



—¿Quieres ver tu habitación, Lis? —le preguntó Sarah—. He puesto algún mueble en ella, espero que no te importe [Ortiga: pues sí que le importa, ¿vale? ¿Quién te ha dado permiso para poner una cama? ¿No se te ha ocurrido que a lo mejor le gusta dormir en el suelo, eh?]. Si no te gustan, puedo ponerlos en otro sitio.

Lis resistió el impulso de ponerse a dar saltos. Su hermana se dedicaba a restaurar muebles viejos, así que aquello prometía estar bien [Ortiga: explicativo, narrativamente plano, cero interés].

—¡Sí, por favor... [Ortiga: out!]!

Sarah cogió a Lis de la mano y la llevó a través del salón y por la escalera hasta el piso siguiente, donde estaban los dos dormitorios [Ortiga: más resumen narrativo sin interés para la narración. En serio, los silencios son muy útiles, probadlos. En el fondo no es tan complicado: a veces basta con coger todo aquello que no aporta nada y borrarlo, sin más, que no os dé pena. ¡La pena es para los débiles!]. Uno se utilizaba como estudio [Ortiga: luego no es un dormitorio. ¿Dónde duermen entonces Sarah y Max?], y el otro era, evidentemente, la habitación de Lis.

Lis ahogó un grito. Era como entrar en una de esas fotos a doble página de una revista de decoración [Ortiga: pues será porque todas las fotos de habitaciones son idénticas, ¿no te jode? Esto tampoco aporta información. Si quieres ponerlo (y a estas alturas es una comparación tan manida que yo la meto en el saco de received text), al menos ponla al final, cuando la habitación ya esté descrita y sea visible para el lector]. Sarah había instalado una enorme cama de trineo junto a una puerta ventana que daba a la terraza de atrás. Otras elecciones exquisitas incluían un espejo [Ortiga: «un espejo». Muy específico, y exquisito, sin duda. Todos los espejos son iguales] y una chaise longue, sin duda trabajada con cariño en el taller del sótano.
Nadie se va a meter con Lis en su nuevo cole :D

—¿Te gusta?

—Sarah... [Ortiga: out!] ¡me encanta, me encanta, me encaaanta! —Lis sonrió de oreja a oreja y le dio a su hermana un segundo abrazo muy fuerte [Ortiga: ¿le ha dado otro abrazo recientemente o se refiere al de bienvenida de hace un rato? Y, de tratarse de la opción número dos, ¿no queda ya un poco lejos para hablar de «segundo abrazo»? A menos que esos sean los dos únicos abrazos que le ha dado en toda su vida, entonces supongo que tiene sentido que los cuente, porque es un hecho memorable]—. ¡Es como la habitación de una princesa, por lo menos!

Era como si su hermana le hubiera leído la mente de una provincia a otra, percibiendo su deseo de alejarse de la vida infantil de Bangor, llena de pósteres, para enfundarse allí en Yorkshire en una nueva piel, glamurosa y sofisticada [Ortiga: explicativo y… ¿mande?].

—Me alegro de que te guste, porque no te imaginas lo que nos costó pasar por la puerta esa maldita cama. ¡Para sacarla nos haría falta una sierra mecánica! [Ortiga: ¿por qué os haría falta una sierra para sacarla? A fin de cuentas, al final conseguisteis meterla. Para sacarla sólo haría falta seguir el mismo proceso, pero a la inversa.]

Lis se rio y se fue hacia las puertas acristaladas [Ortiga: no es por ser tiquismiquis, pero hace un momento sólo había una]. La terraza era hermosa: una mesa de estilo parisino con sillas, y un pequeño estanque para peces [Ortiga: ¿un estanque para peces? ¿Cómo demonios…? ¿Sabes qué? Prefiero no saberlo. Probablemente incluye motosierras]. Ya se veía leyendo un libro con una enorme taza de chocolate caliente a su lado, y charlando con Sarah de un modo en que nunca podría hablar con su madre [Ortiga: Dios, qué wannabe de tu parte]. Se sentía a cien años y a un millón de kilómetros de distancia de la Elisabeth London que se había pasado el último verano preocupándose por sus mejores amigos [Ortiga: ah, pero… ¿tiene amigos? Porque habíamos quedado en que la única persona que la iba a echar de menos era la bully. Eso no suena a que tenga muchos amigos], por Bangor y por... Bronwyn. Aquello era más de lo que podía esperar. Echaría de menos a su madre [Ortiga: nueva inconstancia en la caracterización del personaje de la madre y su relación con la niña], sin duda, pero merecería la pena.

—Mamá está preparando el té [Ortiga: qué maestra pokemon, ¿no? Manda al marido a subir maletas so pretexto de «echar una mano» mientras, según dice, ella está preparando té. Cuando consigue que la madre y la hermana suban, ella se va a enseñarle a la hermana la habitación y deja a la madre pringando con el té… Zarza estaría orgullosa]. Voy a echarle una mano. ¡Y después quiero que me cuentes todos los chismorreos de Bangor [Ortiga: ya no]! —dijo Sarah.

—Yo bajaré en un segundo.

Lis se sentó en la chaise longue [Ortiga: te falta el terapeuta. No es una broma. Te hace mucha falta] y acarició suavemente la preciosa tapicería. Relajó los hombros, y solo entonces se dio cuenta de lo tensa que había estado hasta aquel momento. No sabía si habría sido por el extraño incidente sufrido en el camino, o por la preocupación de que aquel nuevo capítulo de su vida no cumpliera sus expectativas [Ortiga: explicación, explicación]. Exhaló aire, cerró los ojos y contó hasta cinco. Estaba bien... [Ortiga: out!!] Bangor pertenecía al pasado, y ella ya estaba a salvo. A salvo de Bronwyn Evans. A salvo de las burlas, pullas y cuchicheos. Se levantó, preparada para acudir con los demás.

Al volverse, vio otra urraca solitaria que saltaba por la terraza y se paraba completamente [Ortiga: duda razonable: ¿uno puede pararse sólo «a medias»? Es decir, si metes un fruto seco en una piscina, ¿sigue siendo un fruto seco? :D] ante la puerta ventana de la habitación. Se preguntó si sería la misma de la floresta.

«¡Ah, vamos!», se dijo, «¿cuántas urracas habrá en este pueblo?».
Esta urraca se parece sospechosamente a la que está posada
en el jardín de mi casa... ¡Me está acosando! O.O!!

La urraca ladeó su negra cabeza, mirándola de frente con sus brillantes ojos de ónice [Ortiga: received text]. Había en ella algo espantosamente conocido [Ortiga: no jodas. Es una urraca. Dudo inmensamente que seas capaz de distinguir entre diferentes individuos de esa especie (máxime por separado), así que, ¡sorpresa!, se parece a todas las demás urracas que hayas visto en tu vida]... [Ortiga: out!] Qué curioso [Ortiga: sí, rayano a lo paranormal, como digo. Ay, la virgen]. Puso la mano contra el cristal, y eso bastó para espantar al ave [Ortiga: los coches, no. Ahora, ¿la niña? Acojona que te cagas, incluso desde el otro lado de un cristal. Debe de parecerse a la hermanastra: es llamativa].

La urraca salió volando, pero no era tan fácil olvidar lo que había dicho su madre [Ortiga: ¿la madre de la urraca? ¿Cuándo has hablado con ella?]: «Ver una trae penas» [Ortiga: no es que esto sea una sorpresa a estas alturas, pero… ¿te supondría mucha molestia no spoilearte a ti mismo? No es como si andases sobrado de misterio. Y deja de ser tan explicativo, ya puestos a pedir. Gracias].


FIN :D

14 comentarios :

  1. ¿Por qué casi todas las protagonistas de la novela juvenil ha sufrido bullying, es una wannabe, es una desgraciada o similar? No lo digo por poner a parir a nadie, es algo que empieza a preocuparse mucho, cada vez más (cada vez más, cada vez más, cada vez más....).

    ¿Es que tenemos que enseñar a nuestras hijos y a nuestros hijos que para que tengan una vida interesante deben de ser unos desgraciados? XDDD
    Nunca lo entenderé, nunca nunca nunca. ¿Hay algún tratado psicológico de por qué a la gente le gusta leer de personajes así? ¿Qué clase de carga "positiva" llena al personaje de cualidades "positivas"? ¿Es que cada personaje maltratado y desgraciado es automáticamente cándido, bueno y amable? ¿Es que no puede haber rebotados de la vida que pagan con la misma moneda?

    Ah, tantas preguntas, y todo por vuestra culpa (SÍ, SÍ). Con lo feliz que era yo pensando en esto de vez en cuando y ahora le doy a la cabeza más tras leer estas cosas.....:C

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  2. "Aquel gusto metálico la ahogaba, la invadió el pánico".

    ¿No sería "le invadió el pánico"? ¿"El pánico" no es objeto directo y "a ella" (ese "la") el indirecto? Es que me han rechinado los dientes al leerlo y no sé si es de escuchar a mi novio y sus malditos laísmos pucelanos, que ya me los imagino en todos lados.

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  3. Tienes toda la razón, Beatriz, eso es un laísmo gordo. Ya sabía yo que algo se me terminaría colando... xD Lo añado ahora. ¡Gracias!

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  4. Jo, es una lástima que no pudieras conseguir el libro entero, porque hay un montón de frases de esas para enmarcar. Como ejemplo, os os quiero dejar este párrafo, en el que el narrador describe a una de las amigas que acaba haciendo Lis en el instituto. Lo cito tal cual:
    «Era una espléndida amazona de un metro ochenta, y llevaba una mata de pelo negro y morado en punta que aún conseguía alargarla unos centímetros más. A Lis no se le ocurría ni una palabra capaz de describir su estilo futurista: la falda era la más corta que Lis había visto que nadie se hubiera atrevido a llevar como parte de un uniforme, y unas enormes botas negras de obrero remataban sus piernas interminables. Ah, y los imperdibles se sucedían en fila por el borde de las orejas. Pero, con mucho, lo más llamativo era el rostro. Lis se consideraba guapa a sí misma, pero aquella extraña chica era hermosa, de una belleza mestiza, con impecable piel morena y brillantes ojos azules»
    Podría sacar más fragmentos así, pero con este ya es suficiente xDD La trama empieza siendo algo normalito, te esperas una historia de «misterio» del montón, pero cada vez se vuelve más wtf. Y el final ya ni te digo. Cuando me lo leí mi nivel de sorpresa aumentaba por momentos. Me reí bastante con este libro.
    En esas primeras páginas no se aprecia, pero más adelante hay cada perla que te hace preguntarte si el autor no es en realidad una adolescente. Pero no lo es, lo comprobé. Además, creo que la traducción es mala. Hay calcos del inglés a porrón, y también estructuras en castellano muy poco naturales.
    Quería agradecer que dediquéis tanto tiempo y trabajo a las entradas, porque estoy aprendiendo mucho con vosotras, sobre todo con las críticas de Ortiga. En serio, gracias :)

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  5. Vale, acabo de buscar el nombre del traductor para saber si era joven o algo así y resulta que es un hombre hecho y derecho con años de experiencia, así que no ha traducido pocos libros precisamente (y entre los que ha traducido se encuentran tres de la saga Harry Potter). Mi cabeza ha explotado muy fuerte.

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  6. En el primer párrafo yo no habría encontrado tantísimos errores, evidentemente, pero sí es cierto que hay algo extraño y que no se entiende un comino. Primero me la he imaginado de rodillas en medio de la nada, luego de rodillas delante de un río y finalmente andando de rodillas por el río… I'm confused.

    ¿Cómo habrías hecho una desfamiliarización de lo de las sábanas pegadas como en las películas?

    En general ha sido una corrección útil (para mí) y, aunque tu intención no haya sido el cachondeo me he reído bastante xD La verdad es que os debo mucho, queridas. Con vosotras he aprendido mucho desde que os sigo, y aunque no creo que llegue nunca a ese nivel de tiquismiquismo supremo por el que veis el más mínimo error, sí que estoy pendiente de cosas a las que antes no echaba mucha cuenta o de las que no era muy consciente, como lo de los referentes, el resumen narrativo, los silencios y el received text.

    Gracias por ser tan pérfidas y minuciosas ^^

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  7. Hola! Os sigo desde hace tiempo, pero me daba palo comentar, pero hoy si quería deciros algunas cosas.
    Espero que la imagen del niño y la maestra sea una broma. Gracias a vuestro trabajo muchos están aprendiendo a escribir mejor, y otros estámos aprendiendo a leer con algo más de criterio. Sinceramente creo que sois un referente para la animación a la lectura juvenil.

    Otra cosa, quería aclarar una cosa del texto (perdón por la intromisión) vamos a ver, un HERMANASTRO no tiene consaguineidad contigo. Ni tu padre ni tu madre tienen que ver con él. Un ejemplo son las hermanastraa de Cenicienta, hijas de la madrastra de un matrimonio anterior. Lo otro son medio hermanos, hijos de una pareja anterior o posterios de vuestros padres. O sea, la hermana llamativa 50% de consanguineidad.

    Perdón por la parrafada, pero me toca las narices el temita por que lees animaladas.
    Bueno chicas, lo dicho, muchas gracias por vuestro esfuerzo. Un abrazo

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  8. Hola, anónimo. Me alegra saber de tu existencia, así que que no te dé palo manifestarte :3

    Por cierto, con respecto al tema de los hermanastros la RAE dice esto:
    hermanastro, tra.
    (Del despect. de hermano).
    1. m. y f. Hijo de uno de los dos consortes con respecto al hijo del otro.
    2. m. y f. medio hermano.

    Cambiando de tema, Ortiga, me hace muy feliz que haya puesto las viñetas de Legolas siendo un borde XD Maldita chulería élfica XDD

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  9. Opino como Amaranto. Yo tampoco veo tantos fallos, pero en fin, unos cuantos sí que hay.
    Siempre que surge en internet la controversia entre la autoedición y la edición en una editorial profesional salen corriendo los que trabajan en las editoriales a defender lo que hacen. Pero cada vez más, dicho trabajo es indefendible a la vista de los resultados. ¿Cómo tiene valor una editorial "normal" de las que hacen los libros en papel para editar unos relatos tan mal escritos, no solo en el fondo (que podría ser cuestión de gustos), sino en la forma? Hablando en general, se ven novelas editadas en papel con faltas de ortografía, de sintaxis, de referentes, de coherencia o de lógica del estilo de las que se han explicado en esta entrada. Se dice que es muy dificil que te editen algo, pero luego te encuentras "esto". En fin, a veces me recuerda al dicho aquel de que "Dios les da pan a los que no tienen dientes".

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  10. Tras el fragmento ofrecido por La chica del abrigo rojo, he de admitir que estoy muy traumatizada, así que no sé si este mensaje va a tener ningún tipo de coherencia...

    Del traductor prefiero ni hablar, la verdad. Espero que no fuese la persona que tradujo el primer libro de la saga de Harry Potter [la primera versión], en la que el sapo de Neville era una tortuga [una tortuga muy rápida que a mí, personalmente, me tenía desconcertadísima].

    Respecto a la desfamiliarización, como digo siempre a mí se me da de pena angustia, pero haré un intento. Para que nos entendamos, y sin entrar en terminología (para eso os vais a la entrada de Zarza al respecto): una desfamiliarización es contar las cosas como las sientes, no como te las han contado a ti. En este caso, el simple hecho de pensar en la acción "levantarse de la cama de un salto" como algo "de película", sería un buen punto de partida para sacar una desfamiliarización, la manera ya es cosa de que se te ocurra algo bueno, pero os pongo un ejemplo (chorra): [uso el cine, porque es el medio más fácil para hacer estas cosas] podéis imaginaros esa escena a lo Lizzie Mcguire, con el monigotillo saltando de la cama y tropezándose con una cámara de rodaje. [Es un ejemplo tonto, y por escrito no funcionaría (al menos no tan bien), pero ya os he dicho que las desfamiliarizaciones y yo no estamos en buenos términos... xD]

    Anónimo, con la imagen de la maestra no me refería específicamente a los lectores de este blog (ni de ningún otro blog en concreto, para el caso), es simplemente una apreciación personal del panorama general, como reza la leyenda.

    Ana María: los editores tienen que comer, así que publicarán cosas que crean que les van a dar dinero, con (relativa) independencia de su calidad "objetiva". Lo mismo es aplicable para el resto del proceso: si de todas formas el lector medio aparentemente suda de que un libro esté mal escrito, ¿para qué gastarse más dinero del necesario en pagar a un buen corrector de estilo/un buen traductor y las chopocientas horas que le tiene que echar de trabajo al texto? Tienen al que tengan, que les saldrá a cuenta por tal o cual motivo, y si nadie se queja y las ventas no se ven afectadas, pues ahí que va tirando la cosa. Ahora, si los lectores empezasen a tener un criterio y volverse más exigentes, no te creas que iban a tardar dos días en espabilar. Así son los negocios.



    P.S. Como todo el mundo sabe, las protas de los libros han padecido bullying/son unas desgraciadas, porque si bastante desgracia es ya que te guste la lectura, ¡imagina formar parte de ella!

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  11. Pues a mí no me la suda que un libro esté mal escrito. Si yo veo uno con faltas tanto de ortografía como de gramática o de puntuación, abandono la lectura sin remordimiento alguno. Es más, eso es algo que hice hace ya unos años, a los 14 o por ahí; abandoné sin ningún reparo la lectura de un libro terriblemente escrito. No te imaginas cuánto me costó llegar a la página 100. Bueno, no sé ni si llegué a ella. Habría ido a cantarles las cuarenta a la editorial, pero resulta que era una autopublicación, y no tenía ni idea de dónde ir a reclamar ni qué hacer, y tampoco quién había escrito semejante atrocidad literaria, puesto que quien la cometió usó un pseudónimo. De todos modos, ya se lo comenté a la de la papelería donde lo compré. No era culpa suya que le hubieran vendido algo así, pero no estaba de más que lo supiera.

    Pd: Le eché un vistazo al final del libro y decía que no había sido corregido por ningún corrector ortográfico. No sé si pensar que por lo menos fueron honestos por decirlo, o poco profesionales por no molestarse en corregir el libro.

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  12. Muy útil. No había leído las correcciones hasta ahora y tienen un trabajazo. Me has hecho darme cuenta de la de cosas que se dicen sin darte cuenta y al revés, cuando crees estar transmitiendo y no. Yo no soy capaz de fijarme en tantos detalles, así que gracias por molestarte en ser tan puntillosa.

    Unas preguntas para ver si lo he entendido: ¿explicativo es cuándo el narrador cuenta algo que los lectores entendemos sin problema o que no aporta a la historia?
    ¿Cómo se diferencia un narrador del resumen narrativo si el propio narrador es el personaje que te cuenta los hechos en pasado?
    Y ¿jugar con los silencios es dejar algo en el aire, pero habiendo dado las pistas suficientes para que el lector intuya lo que quieres decir?

    Ya sé que son dudas muy tontas, pero es que luego me pongo delante de un texto y me entran las dudas.

    Gracias por molestarte en hacer estas cosas y por las respuestas. Me despido con un abrazo y una flor. M.

    PD: Por si os interesa. Este blog me ha motivado, así que creo que voy a abrir uno propio para dedicarme a hacer reseñas (no tengo tiempo ni conocimientos para hacer críticas) de obras que me han parecido malas/sobrevaloradas. Ya basta de flores y corazones, hacen falta más blog que también digan cuando algo les parece una basura. Que a mí la fama y las reseñas edulcoradas me han engañado ya demasiadas veces. Me volveré a pasar por aquí cuando tenga cuenta.

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  13. Bueno, todo un placer haberte inspirado, M. =)

    Intento contestar ("contestar") a tus preguntas:

    Ser explicativo es más o menos lo que dices. Es explicar, sencillamente. La literatura debe aspirar a contarle cosas al lector, no a explicarlas. Es como algo que dijo... un usuario en otra ocasión (no recuerdo quién fue, tendréis que perdonar mi falta de memoria): es como la diferencia entre contar un chiste y explicarlo; si necesitas explicarlo, es que no tiene gracia. Pues con la literatura igual; si necesitas explicarla, es que algo no va bien.

    Resumen narrativo y narrador no tienen nada que ver, ojo. Son dos conceptos completamente independientes. Resumen narrativo es un tipo de discurso (por llamarlo de alguna manera), mientras que narrador es el personaje/voz que relata los hechos. Explicarte qué es el resumen narrativo daría para una respuesta muy larga... pero que sepas que tengo planeada una entrada dedicada a ese tema para la sección de Yo también quiero ser escritor, así que sigue por aquí y terminarás enterándote =)

    Silencios: es... algo así como lo que dices, pero no solo (no exactamente). Voy a hablarlo con Zarza y me encargaré de que alguien escriba una entrada sobre ese particular también.

    Avísanos cuando abras el blog, me pasaré a cotillear =)

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  14. Oh, por Dios. Las acotaciones son muy útiles, me sirven de aprendizaje, pero los gifs me han hecho morir de la risa. Me encanta esto.

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