Autora: Marissa Meyer
«Hace dos semanas la abuela de Scarlet desapareció sin dejar rastro. Ella sospecha que la han secuestrado, así que cuando la policía renuncia repentinamente a seguir con la investigación, toma la decisión de continuar la búsqueda por su cuenta, aunque esto implique introducirse en los bajos fondos de su ciudad... Allí tropieza con Wolf, un feroz luchador callejero que quiere ponerle las cosas difíciles. Pero Scarlet no es el tipo de chica que se amedrenta ante un matón, por muy atractivo que sea, así que, cuando se da cuenta de que él puede ser la única conexión con los secuestradores de su abuela, no dudará en pedirle ayuda. Juntos deberán sumergirse en el oscuro y peligroso mundo de la mafia. Y descubrirán que su historia está irrevocablemente unida a la de una cyborg, llamada Cinder, que se encuentra en busca y captura en todo el planeta.»
A mí se me había pedido que criticase Fairest, precuela de la saga Crónicas lunares, a la cual pertenece este libro del que vengo a hablaros hoy. Fairest, sin embargo, parece ser que no está traducido al español, así que… pasanding, francamente. Lo siento por Cyn, que fue quien me pidió aquella lectura, pero (por si le sirve de consuelo) le dedico esta crítica.
Bueno, pues uno se lee esta sinopsis y ya sabe perfectamente a qué atenerse: «Pero Scarlet no es el tipo de chica que se amedrenta ante un matón, por muy atractivo que este sea […]». Seh, otra paletada para el carro. Personalmente, los «chicos malos» de la película suelen hacerme mucha gracia (entre otras cosas porque suelen ser de los pocos que tienen algo de profundidad a nivel narrativo); pero ya los han usado hasta la saciedad, siempre son IDÉNTICOS, y la sobresaturación también cansa. La gente no parece entender que los estereotipos no tienen interés narrativo. Pero nada, tirando, señores.
Me encanta la cara de la niña. ¿A vosotros no? |
Respecto a la trama y al núcleo. La historia de Scarlet no necesita tan siquiera el apoyo de un conflicto profundo para el personaje, ni de ninguna clase de cambio personal (que no se produce, por descontado): la historia se basta y se sobra con el puro morbo; porque, pese a que todos sabemos perfectamente lo que va a suceder con Lobo y lo que va a hacer en cada momento, los lectores están relamiéndose los labios a la espera del siguiente momento comprometido y sensacionalista entre ambos personajes.
La historia de Cinder, por otra parte, gana puntos en lo que a evolución del personaje se refiere. Por supuesto, esto no le importa ni a Peter, porque todos estamos muy ocupados comiéndonos con los ojos a Lobo y a Scarlet; pero lo cierto es que Cinder gana mucho en cuanto a madurez (narrativa): se hace preguntas, tiene crisis, reflexiona… Por fin, y gracias.
Si consideramos la serie de Las Crónicas Lunares al completo como una unidad, el primer volumen sería el primer acto de la narración (presentación del mundo cotidiano y el personaje), mientras que el segundo libro correspondería claramente a la primera parte del segundo acto: el camino de las pruebas. Esto no tiene nada de bueno ni de malo, sencillamente es un ejemplo muy claro del viaje del héroe.
Los personajes: Cinder, como ya he dicho, gana algo en cuanto a profundidad; Scarlet es pasable, aunque sea una personaje plano como un plato llano; Lobo es un personaje prototípico, condición que fulmina cualquier conato primigenio de profundidad; y el «Capitán» Thorne… lo siento, este sencillamente no tiene ningún sentido. La presentación del personaje de nuestro buen capitán es la de una persona con un retraso mental, así de sencillo: te lo describen como una persona con algún tipo de deficiencia, a quien sencillamente la cabeza le da para poco. Sorpresa es descubrir que la autora nos ha mentido vilmente, porque es un personaje normal: ni listo ni tonto; pero que por algún motivo extraño le dan ataques de ignorancia supina, seguidos de iluminaciones sin duda alguna obra del Espíritu Santo. En resumen, es un personaje lleno de altibajos no justificados y cuyo único propósito es ajustarse a lo que la autora necesite de él en cada momento.
Y quiero hacer también mención rápida a otros dos personajes: al igual que Cinder, Kai y Levana crecen y se vuelven un poco menos tristes en este libro. Kai deja de comportarse como el hijo ilegítimo del emperador, traído desde el campo para ocupar su lugar de heredero, y empieza a comportarse un poco más como el hombre responsable que te venden que es. Levana, por su parte, saca a relucir su propio conflicto-trauma profundo como personaje, lo cual le da un poco de vidilla al asunto (ya no es simplemente mala por amor al mal, algo hay detrás).
Respecto a la prosa, no hay mucho que añadir con respecto a lo dicho para el primer volumen de la serie. Narrativamente está aceptable y el empleo de received text no es del todo ofensivo. Inclusive, tiene algunas escenas medio bien construidas, a pesar de que no cuenta prácticamente nada que no esté diciendo ya de palabra.
Termino con una queja con respecto a la credibilidad de ciertas partes de la historia: creo que la autora debería habérselo currado algo más y haberse molestado en informarse un poco. Atención spoilers:
-La huida de Cinder y Thorne: muy, muy floja. No me lo trago. Tal y como lo pintan, es jodidamente fácil escapar del país empezando desde una celda de máxima seguridad de la cárcel de Nueva Pekín.
-La huida del tren infectado: está claro que Meyer nunca ha visto Anastasia [qué poca infancia]. Ni lobo, ni leches: cuando uno salta de un tren en marcha, no aterriza sobre los dos pies clavados en el suelo. Vamos, no jodas.
-El lío entre Scarlet y Lobo: a lo mejor soy yo, que debo de ser muy inocente, pero yo diría que si vas de camino a rescatar a tu abuela, desaparecida desde hace dos semanas por obra de una mafia que debe de estar torturándola sangrientamente en este preciso momento… para lo último para lo que tienes estómago es para andarte liando con el tío buenorro que tienes al lado y al que acabas de conocer. Además, que pasan juntos un puto día, macho. Aquí, el que no corre vuela. Hay que ver lo que nos gusta el morbo. Y a la abuela que la den.
Chichómetro: segunda vez que come costillas, parece que ya empieza a identificar algunas de las partes comestibles.
Potabilidad: se puede potar
Carcajadas: 5/10
Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: El rincón de la lectura, Durmiendo entre libros, No todo lo que sueñas es fantasía.
Coincido con vosotras en el que el chico malo ya cansa y más si está emparejado con la chica buena que supuestamente no se deja amedrentar por él.
ResponderEliminarEstos libros me dan curiosidad, pero no sé si lo suficiente para leermelos.
Hola, chicas, tengo una pregunta. Siempre leo el glosario del blog, que está al final (en el que aparecen chichómetro, potabilidad y carcajadas), y no lo entiendo. No os parecerá normal, pareceré yo qué sé qué, pero no sé qué significan. ¿A qué os referís? Es que las palabras no aparecen en la reseña. Un saludo.
ResponderEliminar@Adri: http://lasmalashierbasnuncamueren.blogspot.com.es/2013/12/manual-de-criticas-de-ortiga_12.html
ResponderEliminarAhí encontrarás explicado qué son el chichómetro, la potabilidad y las carcajadas.
Con amorr :D
O.
¡Hola! Gracias por incluir mi reseña al final :)
ResponderEliminarMe gusta tu punto de vista, no lo había pensado desde esa perspectiva, así que ha sido genial poder leer tu reseña. Un saludo<3
¡Ahhh! Llegaron a mi pedido, wiii... No, en serio, temí que fueras a reírte mucho más cuando vi que habías reemplazado Fairest por Scarlet. Lo has tomado bien (Thorne mejora muchísimo en Cress, y Levana me gusta mucho más en Fairest).
ResponderEliminarLobo y Cress son un gran morbo, claro que sí, pero espera a ver a Cress con Thorne. Igual me gustó la forma en que la autora manejó el asunto de caperucita y la abuela (pobre abuela, de verdad, se lleva la peor parte), pero nadie se cree que Lobo se convenza en un solo día de no cenarse a Scarlet.
Gracias por tomar otro de los libros de todas maneras :D
Ah, puse "Lobo y Cress son un gran morbo" es Lobo y Scarlet. Ya estoy haciendo líos con las shipping glasses sin querer.
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