Un canalla siempre es un canalla, de Sarah MacLean

Título: Un canalla siempre es un canalla
Autora: Sarah MacLean
«Diez años atrás, el marqués de Bourne fue expulsado de la sociedad sin nada más que su título nobiliario. Ahora, propietario del club de juego más exclusivo de Londres, el frío y cruel Bourne está dispuesto a hacer lo que sea necesario para recuperar su herencia. Incluso casarse con la perfecta lady Penelope Marbury.
Un compromiso roto y años sufriendo decepcionantes cortejos, han provocado que Penelope pierda cualquier clase de interés en un matrimonio convencional y tranquilo, quiere algo más. Sin duda es una suerte que su recién estrenado marido esté en disposición de mostrarle un nuevo mundo de placer.
Es posible que Bourne sea el príncipe de la decadencia en los bajos fondos londinenses, pero se ha jurado a sí mismo que mantendrá a Penelope al margen de toda aquella perversidad. Algo que va a suponer todo un reto cuando ella descubra el deseo y se atreva a apostarlo todo por él, incluso su corazón.»

Vale, pues esta joyita viene recomendada por Sandra CG (Azahara), y creo que coincidiréis conmigo en que, con esa portada y esa sinopsis, la cosa pintaba muy oscura desde un principio.

Pues… ¡sorpresa! Este engendro ha resultado no estar tan mal.

Vais a pensar que me he vuelto completamente loca, que leer tanta mierda finalmente me ha fundido el cerebro. Si yo os comprendo, de verdad que sí. Yo en vuestro lugar pensaría lo mismo. Lo primero que me dijo Zarza cuando me preguntó sobre esta lectura y le hice semejante declaración fue exactamente eso: «¿Estás segura de que tus estándares no se están viendo afectados por leer tanta mala literatura?» [Bueno, evidentemente, ella lo dijo de manera mucho menos cortes, pero parece ser que hoy es mi día de ser fina, así que… En todo caso, todos sabemos lo que Zarza estaba pensando realmente: «¿qué colores te has estado fumando esta vez?»]

En fin. Regreso, que me desvío. No, el libro no ha resultado ser tan hecatómbico como yo tenía la esperanza que fuera (me pregunto si tal vez no será porque ese título me había hecho concebir muy elevadas expectativas). Lo que quiero decir con todo esto (vamos a dejarlo claro, no sea que algún iluminado empiece a poner en mi boca palabras que yo no he dicho) es que, dentro de lo que vienen siendo libros porno, esto es lo más decente que me he encontrado hasta la fecha. Tanto es así que no he hecho en absoluto lectura diagonal, que ya es más de lo que puedo decir de muchos libros de literatura juvenil no-porno; en efecto, me lo he leído entero (salvo algunos párrafos demasiado descriptivos por ahí desperdigados).

Desde luego, si hay algún libro al que me atrevería a calificar como Literatura erótica de toda esta bazofia que infecta nuestras librerías y bibliotecas en los tiempos que corren, quizá con este me lo pensase (sólo quizá, que es pasable, pero tampoco es bueno, no vayamos a emocionarnos tanto).

Bien y, con esto, empiezo. A ver si con un poco de análisis puedo lograr que dejéis de ponerme esa cara de «voy a llamar a los de la camisa blanca».


Poco que decir de la sinopsis. Bastante fiel al libro, aunque quizá un poco demasiado… no sabría decir, como que da a entender que el libro va a ser mucho más porno de lo que en realidad es (pero eso es pura estrategia de márquetin al final, imagino que intencionado; así que, ahora que lo pienso, en realidad eso cuenta como mentira).

Bien, rectifico: ¡eso es mentira! Este libro no es tan porno. Si no me estoy equivocando yo con las cuentas, son tres escenas de sexo explícito más referencia a una cuarta no descrita en algo así como 330 páginas de pdf. Es un libro que pretende ser muy erótico, eso sí: dedica bastante espacio a recrearse en los pensamientos y reacciones de los personajes en situaciones cargadas de tensión sexual no resuelta (y aquí suele ser tensión de la literal, no la gilipollez esa de patio de colegio que prolifera últimamente). No se pasan las 330 páginas dale que te pego, vamos, pero por supuestísimo que se propician un montón de escenas y situaciones (unas más absurdas que otras) seleccionadas específicamente para crear tensión sexual, como ya he dicho.

¿Qué más?

El núcleo. No hay. ¿Os sorprende?

En el fondo es una pena. A esta novela le hubiera faltado un núcleo, aunque fuera un poco facilón, para que se le pudiera colgar al menos la etiqueta de «literatura», aunque fuera de la barata (insisto, ya sería más de lo que se puede decir de algunos libros juveniles no-porno).

La historia trabaja sobre premisas amorosas típicas, «el amor puede superar todas las barreras», «el amor nos salva», y ese tipo de chuminadas, pero no parece que nada nada especialmente intencionado por parte de la autora y, en todo caso, no está trabajado en el texto. Un núcleo que podría haber sido interesante para trabajarlo en este historia está relacionado con el coro por excelencia que recorre toda la narración, el «más»: la protagonista quiere «más», vivir más, más aventuras, más peligro, más imprevisibilidad, más retos… Esa búsqueda hubiese sido un conflicto interesante a explorar por parte de la protagonista (no solo como mujer de su época, sino que a día de hoy seguiría siendo un conflicto bastante interesante si se supiese llevar con gracia). No obstante, si ese era en verdad el núcleo intencional de la autora, a mí entender no está lo bastante desarrollado, así que no puedo contarlo. Pero bueno, podemos concederle al menos el reconocimiento a haberlo intentado.

Así de confuso. Aprox.

La autoridad de la voz narrativa. No es impresionante, pero creo que podría colar, más o menos (aunque esto lo digo yo, que soy una analfabeta histórica, estoy convencida de que una persona que entienda se tiraría de los pelos). De vez en cuando se te cuelan neveras y cosas del estilo en la narración, lo cual no deja de ser impactante, pero en fin.

El narrador por suerte no es la voz de ella, lo cual hubiera sido increíblemente irritante con toda probabilidad, sino que se trata de un narrador omnisciente en tercera. Bien, pues este narrador va haciendo saltos completamente aleatorios de la conciencia de él a la conciencia de ella, por espacio de pocas líneas, inclusive. Resulta bastante confuso en el mejor de los casos.

De hecho, ella rechaza al pretendiente equilibrado
para poder liarse con el atormentado,
como buena Wannabe.

Los personajes. Prototípicos, como cabía esperar, pero cada uno con su pequeño conato de profundidad, lo cual se agradece. Ella es una Wannabe de las de manual (obsesión con cambiar al chico malo incluida [Zarza siempre tiene mucho que decir sobre la violación de la identidad, si le preguntáis]), y quiere salir de su cáscara y vivir «más» y (¡punto a su favor!) no es irremediablemente retrasada: a pesar de hacer bastantes tonterías, ella es consciente de que son tonterías, y sus actuaciones se ven justificadas por esa recién descubierta rebeldía y el deseo de «más» que recorre toda la obra (bueno, no siempre: algunas de las cosas que hace no tienen perdón de Dios). Él es el típico hombre atormentado y frío en apariencia, rudo y profundamente atractivo, una sex machine de feromonas animales, blah blah blah, pero que en el fondo es un pedazo de pan y se dedica a rescatar gatitos y huérfanos de la calle y los acoge en su casa (no os riáis, que va en serio).

Son unos personajes muy planos, como digo, pero están bastante bien trabajados dentro de la ficción, se les presenta adecuadamente y todo, en lugar de llegar con ficha técnica pegada a la espalda. Es bastante nice. Sorprendentemente nice, de hecho. Los dos tienen evoluciones simples y predecibles: ella se vuelve una mujer mucho más atrevida y decidida, y él se ablanda y cede ante el amorr (típico, como digo). Pero todo esto sigue siendo más que muchos libros juveniles. Así que estoy bastante satisfecha.

Respecto a los demás personajes… pasables (sorprendentemente). Les pasa lo mismo que a los dos protagonistas, son personajes bastante planos, pero están bien caracterizados y se les presenta adecuadamente, en general.

Y por último, la prosa. La traducción es chapucera… pero chapucera… Terrible. Se nota que la editorial no tiene las suficientes esperanzas puestas en este género como para molestarse en buscar un traductor decente (o quizá es que sencillamente les da igual [probablemente esta última]). Al margen de elecciones de vocabulario y este tipo de cosas, la verdad es que el texto no es demasiado malo, es pasable, igual que todo lo demás. No es una maravilla, pero tiene coros, no hay mucho resumen narrativo, no es ofensivamente explicativo, en general la selección de elementos en las descripciones es decente. Es una lectura ligera que se presta a ser leída sin sentir la imperiosa necesidad de empezar una lectura diagonal (o sacar un bolígrafo rojo bien afilado).

Así que… sí. No es un buen libro, no está bien escrito, no tiene núcleo, pero es lo más cercano a todo ello que me he encontrado hasta la fecha en cuanto a “Literatura romántica” se refiere. Sigue siendo la fantasía sexual idealizada de una mujer, no os engañéis; pero como mínimo no peca de subnormalidad patológica, en mi opinión, y dentro de que la narración está ambientada en el siglo XIX, no es muy machista. Es bastante pasable en líneas generales. Aceptaremos pulpo.

Os lo creáis o no, no he llegado a apuntarme ninguna cita especialmente jugosa que sacar a relucir de esta novela. Digo yo que esto os puede servir como muestra de la moderada calidad del asunto. En todo caso, sí quiero hablar de una cosa antes de cerrar esta crítica: el final.

Atención spoilers:

WTF? En serio. Todo lo que de pasable tiene el conjunto de la novela, el final se lo carga. La resolución del conflicto (la obsesión de él con la venganza) resulta que se resuelve porque llega la Wannabe, muy ufana ella, y decide jugárselo todo (literalmente, todo: el patrimonio de él, los papeles con los que iban a chantajear al viejo…) a una única partida de cartas. En un juego que por lo visto ella no ha jugado en su puñetera vida. Un juego que tiene algo de estrategia, pero más bien poco tirando a nada, y que consiste básicamente en azar puro y duro. Y gana. WTF?

Ese final no bastaría con quemarlo. De seguro el humo sería tóxico y acabaríamos muertos igual.

Oh, dioses, y ¡el epílogo! Es desternillante, porque no tienen ningún puto sentido. Lo único bueno que tiene es que está escrito precisamente para resultar cómico, pero… creo que se han pasado. Tres pueblos.

Chichómetro: la pregunta es ¡¿por qué estás buscando en este género?!

Potabilidad: se puede beber, sorprendentemente.

Carcajadas: 2/10 (y ese dos es sólo por las últimas páginas, que conste)

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Mundo de Silmeriel [Cita: «Esta autora a sido una de las única que con sus increíbles y picaronas escenas eróticas, me ha hecho sonrojar y suspirar como una loca». ¡¡¡AAAAAgh!!! Ortiga sale corriendo despavorida y se esconde bajo las sábanas mientras intenta desesperadamente sacarse los ojos], El desván de los sueños [¿Soy la única que se siente confusa cuando un/a blogger escribe «Opinión personal:» y a continuación procede a contarte de nuevo la trama de la historia?], Butterfly Kisses [Esta por lo menos es una opinión bastante aséptica. Se agradece].

En mitad del Concurso-Sorteo
Yo también quiero ser una mala hierba,
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Pastel de caca.