Donde la literatura y la maldad se toman un té

lunes, 4 de enero de 2016

Las honrosas excepciones (6)

¡Comenzamos! ¡Evento en el Jardín! ¡Que corra el hidromiel!

Pues hoy, queridos hierbajos, vengo con algo muy ameno: una nueva excepción. Sí, sí, vuestros ojos no os engañan. No quepo en mí de gozo.

Y lo cierto es que este es un libro que quizá no os esperabais [o quizá sí, porque... mmm... tuvimos un percance en una taberna y a Zarza es que se le suelta la lengua con el vino (especiado)]. Al menos, yo no me lo esperaba [Zarza: Ortiga bebe para olvidar]. No por el libro en sí (aunque la sinopsis prometía paletismo en dosis letales), sino porque, para ser sincera, no me esperaba ponerle esta etiqueta a un libro que hubiese publicado Plataforma Neo. Sí, de verdad: vuestros ojos siguen sin engañaros. En fin, no me malentendáis: claro que tengo mis propios prejuicios (in)fundados sobre esta editorial, totalmente subjetivos y personales (y perfectamente válidos para mi persona, que para algo son míos), pero tampoco se puede negar que en su catálogo hay una invitada de honor muy especial: una tontería adolescente literariamente (muy) cuestionable.

Pero yo soy una mala hierba muy sincera: lo que no tiene perdón de Dios, pues no tiene perdón de Dios; pero, si algo es bueno, lo digo.

El libro del que vengo a hablaros hoy, queridos hierbajos, ¡es más majo!




Este sí es Zero ò.ó
La maldición del ganador, de Marie Rutkoski [¡ajajá! Os dije que vuestros ojos no os engañaban. Pero Zarza sí. ¡Sorpresa! Este no es Zero.]

«Como hija del general de un gran imperio que se deleita en la guerra y en la esclavitud, Kestrel solo tiene dos opciones: unirse al ejército o casarse [Zarza: o matar a Ortiz. Y quien no pille esta referencia merece la muerte :D].

Sin embargo, todo su mundo da un giro radical cuando la chica encuentra un esclavo cuyos ojos parecen desafiar al mundo entero [Zarza: no tengo guante, pero os desafío a todos. Ortiga: os desafío con los ojos] y, siguiendo su instinto, termina comprándolo por una cantidad ridícula de dinero [Zarza: pero ridícula... ¿de pequeña o de grande? Ortiga: este esclavo es tan inaguantable ¡que no me lo llevo ni aunque me lo regales!]. Pero el joven guarda un secreto, y Kestrel aprende rápidamente [Zarza: que Bowman puede invocar al Morah] que el precio que ha pagado por otro ser humano es mucho más alto de lo que podría haber imaginado. Que ganar aquello que quieres puede costar todo lo que amas.

Ambientada en un mundo imaginario, La maldición del ganador es una historia de conspiraciones, rumores, secretos y rebeliones [Ortiga: ¡ATENCIÓN SPOILER!] en la que todo está en juego y en la que la verdadera apuesta [Zarza: ¿estábamos hablando de apuestas? ¿Dónde está la apuesta falsa?] consiste en conservar la cabeza o seguir al corazón [Zarza: espera, espera, espera, ¿la verdadera apuesta es una disyuntiva?]
El caso es que nos gusta la portada.
Excepto por las letras en todo el medio.

Odio esa sinopsis. Quemadla.

Hablo en serio.

Aunque no la odio tanto como odio a Marie Rutkoski por ser tan insoportablemente explicativa. O por escribir un final tan cruel (bueno, porque no resuelve el conflicto; pero cruel, porque ahora quiero saber más y sé que el segundo libro lo va a desgraciar todo).

Les odio a todos. Y a vosotros también, por no hacer excepciones y tal.

Está bien, tengo fiebre y he dormido solo tres horas esta noche, así que voy a intentar centrarme y ver si soy capaz de escribir esto sin comenzar a delirar demasiado.

Es más que probable que esta crítica contenga spoilers, porque no estoy lo bastante lúcida ahora mismo como para diferenciar, así que la lectura queda bajo vuestra responsabilidad. Voy a intentar señalizarlos, pero es posible que se me cuele alguno. En tal caso, me disculpo por adelantado.

Me ha encantado este libro, lo admito así ya de entrada. Delirante y todo como estoy (o quizá precisamente por eso). No puedo decir que sea buena Literatura, porque no lo es, pero se queda lo bastante cerca como para que yo lo haya disfrutado salvajemente y además pueda darme el gusto de meterlo en esta categoría.

Voy a empezar por poner a parir esa sinopsis. Y a quien quiera que se la haya inventado. Quien quiera que sea ese pobre desgraciado, le deseo una muerte lenta y dolorosa, preferiblemente en un foso de serpientes, o rodeado de una hambrienta manada de lobos. Toda la sinopsis apesta a márqueting barato. Esta historia no se merece que alguien la desacredite de una manera tan rastrera. La gente que hace estas cosas tiene reservado un rinconcito muy especial en el infierno.

He dicho.

Y además sabe cantar.
La historia en realidad no va de eso. Es decir, sí va de eso, pero no de la manera que nos lo pintan. La niña en realidad compra al esclavo porque se le cruza un cable. Así, tal cual. Se le cruza un cable y lo hace sin pensar y se arrepiente nada más hacer la puja en la subasta (lo compra en una subasta). Lo compra porque el subastador dice que sabe cantar, y porque el esclavo es orgulloso y obstinado y claramente su esencia se revuelve contra las restricciones, y porque la protagonista se siente identificada con su falta de libertad. Y todas estas cosas, si bien se entienden perfectamente al leer la escena, el narrador es un hijo de puta despiadado y nos las destripa de todas formas. Porque no tiene corazón, como Marie Rutkoski.

Y me diréis: Ortiga, querida, con ese planteamiento eso tiene todas las papeletas para ser una paletada del quince. Y, queridos hierbajos, no os quito la razón. Yo me fijé en el libro porque parecía una paletada del quince. Así que decidí leerme las primeras páginas y… ya no quise parar. Es que de verdad que es un encanto de libro. Me estoy adelantando otra vez. Dejad de distraerme.

La cuestión es que la niña compra un esclavo. Pero la historia no va de una niña que compra un esclavo. La historia va del precio que tiene a veces conseguir algo, como muy amablemente nos destripa la sinopsis [malditos todos]. La trama da vueltas de buitre en torno a esta idea, mostrándonos cómo los personajes se las ingenian para perseguir sus objetivos, cometer errores, apostarlo todo y terminar consiguiendo una victoria empañada de pérdida [Zarza: Ortiga, ¿qué raíces te ha pasado con esta sinopsis? Se nota la fiebre, ¿eh?]. Y eso es horriblemente maravilloso. Porque no hay nada más maravilloso que empezar un libro con la idea de que va a ser un abuelo Simpson y de pronto descubrir que tiene un núcleo. ¡Y el conflicto no se resuelve al final! [Ortiga es una Mala Hierba Feliz. Zzarza: así, con mayúsculas.]

Ven, Rutkoski, ven.
Por supuesto, el libro tiene cosas que mejorar. Principalmente, como ya vengo repitiendo, Marie Rutkoski se las ingenia en general para contar lo que necesita con las escenas, selecciona los elementos de manera bastante decente, la idea está clara, todo es fantabuloso… y entonces coge y te lo explica. De regalo. Alguien debería destriparla [Zarza: de regalo]. Yo quería hacerlo al menos dos veces por página. Odio cuando el propio autor se dedica de manera tan sistemática a pisotear su propio buen trabajo. Es una ofensa particularmente urticante para mi persona.

La voz narrativa me parece adecuada. Narrador en tercera que se centra alternativamente en los personajes de Kestrel (la prota) y Arin (el esclavo). Esto me parece un acierto en este caso en particular porque permite que el lector vea cómo se intercambian los papeles entre los dos personajes, no solo en lo más evidente, sino a nivel emocional y de conflictos y objetivos. La autoridad racional está bien establecida: el mundo que crea la autora está bien esbozado, nos hacemos una idea del contexto social y político imperante; yo por lo menos me lo creo. La autoridad emocional también me parece apropiada: el narrador es irritantemente explicativo, y eso le quita mucha gracia al asunto, pero de todas formas se puede apreciar la psicología de los dos personajes principales y cómo esta va evolucionando acorde con el transcurso de la trama.

La historia de amor no tiene absolutamente nada que contar que no se haya contado ya antes: amor prohibido, civilizaciones enfrentadas, culpa y resentimiento de por medio… La civilización de ella ha aplastado a la de él y ahora la de él es esclava de la de ella [Zarza: ya... es que a Kestrel le suelen pasar estas cosas]. Todos nos hacemos una idea del pastel, ¿no? Pues eso. Pero, pese a tener gran parte de cliché, el romance no resulta totalmente insípido: para empezar no es un instantlove, lo cual le da muchos puntos; la intimidad entre los dos personajes se va construyendo poco a poco, se puede ver evolucionar emocionalmente a ambos personajes, las situaciones no resultan completamente surrealistas e intragables, los personajes no pecan (no demasiado, al menos) de gilipollez patológica con tal de rizar más el rizo y añadir drama a la trama.

Y ya que hablamos de los personajes: siguen en la línea de todo lo demás. Personalidades sencillas pero reconocibles. Él peca un poco de ser el «chico maravilla» que sabe hacerlo todo: es uno de los cabecillas de la revolución, canta, tiene carácter… pero, como tiene conflictos internos y sabe llevarlos, como que se lo perdono un poco. Ella es la chica fuerte, decidida e independiente; la han entrenado para el combate, pero no se le da muy bien, lo suyo es la música; tiene también sus conflictos. Como ya he dicho por ahí arriba, es de hecho interesante ver cómo se intercambian los papeles estos dos: [SPOILER]el opresor pasa a ser el oprimido[FIN DEL SPOILER] y ambos sienten odio y culpa a partes iguales, sienten lealtad hacia su propio pueblo y eso les hace sentirse traidores y aún más culpables, se acaban enamorando del enemigo y eso les provoca aún más culpa y odio; y, con todo, están dispuestos a arriesgar mucho más de lo que están en realidad dispuestos a perder con tal de cumplir sus objetivos, que entran además en conflicto unos con otros (ayudar a los suyos, hacer lo correcto, proteger a la persona amada, proteger y honrar a su familia y amigos, no querer que muera gente inocente, no tener que matar en general, buscar el bien mayor…).

El resto de personajes siguen siendo un tanto prototípicos, pero están trabajados de manera decente y aquí allá tienen su momento de profundidad revelada, así que yo estoy encantada [Zarza: no, si ya te vemos]. Tenemos a la amiga parlanchina y alegre, el amigo que está enamorado de la prota, el abusón que está demasiado interesado en la prota, y el padre protector y autoritario [Zarza: el padre protactor. Ortiga: no pone protactor. Zarza: ya lo sé. Ortiga: ... oh, Dios mío...]. Particularmente me gusta el padre, no sabría deciros por qué, supongo que por la escena del piano (aunque la «escena» en sí en realidad no era una escena sino resumen narrativo, y el narrador se puso insoportablemente explicativo, como siempre). Luego más adelante aparece también un loco que no me convence: me parece un poco demasiado malo y loco, como el gorila loco en la segunda peli de El origen del planeta de los simios.

De la prosa no sé qué más deciros que no haya dicho ya. Lo he dicho un montón de veces y me repetiré de nuevo: lo que más me fastidia es lo explicativo que es el maldito libro. Llega al extremo de, por ejemplo: hace un coro en el que un personaje usa las palabras del otro contra él y te explica que es un coro de lo que el otro dijo, o alguien hace una frase con doble sentido y el narrador te dice que es una frase con doble sentido… En serio, para. Por favor. Pero bueno, al menos usa coros, creo recordar que hay alguna desfamiliarización, hay metáforas que me parecen interesantes, utiliza muchas referencias y sinestesias con música y sonido en los recursos literarios (lo cual apoya la autoridad racional-emocional desde el punto de vista de que la música es la pasión tanto de Kestrel como de Arin). La traducción tampoco es mala, aunque de vez en cuando hay algunas construcciones que suenan algo forzadas en español.

Y, ya por terminar, os voy a dejar algunas de las muy poquitas cosas que me apunté durante la lectura (atención spoilers):

La niña está hablando con el vendedor de esclavos para finalizar la compra de Arin. Como ella no lleva encima todo el dinero que ha prometido, el vendedor ofrece:
Blink if this means you love me.
«—¿Me permitís que os acompañe a casa con vuestra compra? Me gustaría comprobar que Herrero se instala sin problemas. Vuestro mayordomo puede hacerse cargo del pago entonces.
Kestrel le echó un vistazo al esclavo. Había parpadeado al oír aquel nombre, pero no levantó el rostro.» La gente parpadea, ya sabes, si no lo hacen se les resecan los ojos [y ya no pueden retar con ellos]. Esto es algo que me sorprende: cuando los personajes son capaces de interpretar un parpadeo. Parpadear es algo que se hace con tanta asiduidad que en realidad es ridículo pretender que alguien interprete nada al respecto tan fácilmente [Zarza: a no ser que sea un parpadeo tope dramático]. Creedme, os lo dice alguien que, durante años, ha utilizado los parpadeos a guisa de afirmación y a veces se preguntaba por qué nadie lo entendía [después lo seguí haciendo porque me imaginaba que debía de resultar ligeramente intimidante que una persona se te quedase mirando fijamente sin responder a tu pregunta, y eso me parecía encantador].

En un momento dado, Arin le dice a la chica que «todo el mundo le dice (a ella) lo que (ella) quiere oír», y ella está de acuerdo con tal afirmación. No obstante, esto no se nos muestra con ninguna escena: hasta ese momento las únicas personas con las que ha hablado la niña son el mayordomo de la casa (que no le dice lo que quiere oír: le dice cosas que la irritan, como recordarle todo el tiempo que no puede salir sola), con su padre (que tampoco le dice lo que quiere oír: le dice que entrene y se meta al ejército, cosa que ella no quiere hacer), la amiga (que ni una cosa ni la otra: solo dice cosas que ella misma quiere decir, de hecho a veces reprende a la prota sobre su personalidad), y luego una escena en la que la niña va al joyero a ver si le dicen si unos pendientes que le compró a una anciana en el mercado son topacios verdaderos o no (y el joyero le dice que son falsos y se disculpa, porque cree que eso no es lo que ella quiere oír).

Esta comparación me gusta: «Los sentimientos de Kestrel eran como estandartes azotados por vientos de tormenta. Se enredaban y la envolvían.» [Zarza: en realidad, después de tantas referencias a El viento en llamas, me parece muy apropiado que sigamos hablando de vientos.]

Y aquí hay una referencia perteneciente al repertorio romántico que no me parece ofensiva [¿qué puedo decir? A mí se me gana con sinestesias]. El chico está trabajando en la fragua y empieza a tararear para intentar distraer sus pensamientos (está pensando en Kestrel y está molesto consigo mismo y sus sentimientos):
«Entonces descubrió que la música atrapada tras sus dientes apretados era la melodía que Kestrel había tocado para él meses atrás. La notó, suave y viva, en la boca.
Por un momento, se imaginó que no era la melodía lo que rozaba sus labios, sino Kestrel.»

También aparece en esta historia un veneno que tiene convenientemente antídoto.

Al final de la historia, la flota Valoriana (el pueblo de la prota) viene para asediar la ciudad sublevada y Arin se siente aliviado al verlos aparecer porque esto significa que Kestrel ha sobrevivido a su huida en barca por el mar. Su alegría es malinterpretada por sus compatriotas como valentía frente a la inminente confrontación. Esto sería genial si no estuviese explicado por el narrador con pelos y señales, incluida esta parte:
«"Tú eres el dios de las mentiras [Zarza: ¡enemigo mío!]", le había dicho Kestrel. Miró a su gente y sonrió, y aquella sonrisa fue una mentira… pero como si escribiera en un espejo, cuyo reflejo es una verdad invertida.» Esto sigue siendo demasiado explicativo (aunque ni de lejos tanto como lo que aparece justo antes [esa parte sí habría que quemarla]), pero me gusta mucho la idea y creo que incluso así expresada, explicativa como es, no está mal para el tipo de literatura que tenemos entre manos: una novela juvenil sencilla.



Resumiendo, que he disfrutado mucho esta lectura. Han sido siete euros bien empleados, después de todo [Zarza: te recomiendo que no vuelvas a leerla sin fiebre]. Pero la cuestión es: este libro tendría tanto que ganar si fuera autoconclusivo... Eso sí que es un desperdicio.


Chichómetro: por qué, Marie, por qué. ¿Por qué eres tan explicativa?

Potabilidad: agua potable.

Carcajadas: jaja/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Ciudad de los libros, Fiebre lectora, Alas de papel.

9 comentarios :

  1. Holis ;)

    Jajajajaja vale me he reído un montón con la reseña y... sí maldita sea las sinopsis casi siempre son una mierda (aunque a mí me cuesta mogollón hacerlas también así que u.u )
    Pero dios, me gustó mucho y estoy deseando que saquen ya la segunda parte *-*
    <3

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  2. Pues me ha entrado curiosidad por este libro. La verdad es que la portada es bonita.
    PD: Las referencias al Viento en llamas han conquistado mi corazón. Es una de mis trilogías favoritas de la adolescencia.

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  3. La verdad es que sí, la sinopsis es una mierda. Yo no la leí, sólo leí el libro por las opiniones de la gente y me gustó muchísimo. Me pasó igual que a ti, una vez que lo empecé no pude parar de leer y lo terminé súper rápido.
    Dentro de lo que cabe la historia de amor me pareció original, sobre todo porque llega un punto en el que él es el pavo enamorado y ella la que tiene que ponerse seria y ser fría. No suele pasar esto en literatura juvenil. Además, el final del libro es de traca, yo estoy deseando que salga el segundo ya porque la puta Rutkoski se quedaría a gusto, desde luego.

    Me alegra que os haya gustado este libro :D

    ¡Saludos!

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  4. Primero de todo, aclaro que, como no he leído el libro, no me he leído la crítica entera, solo lo importante para saber que este libro sí merece la pena (más o menos) leerlo.
    Pues sí, tal y como imaginaba yo también, este libro habla del valor de las cosas y de lo que cuesta conseguirlas (o más bien de las personas, según he entendido de la sinopsis). Y también parece que se vaya a centrar en un amor (está claro quién será la parejita). En fin, no podía ser todo perfecto. De todos modos, creo que un día de estos le echaré un vistazo al libro, que has hecho que me interese.

    Atte, E.

    Pd: Me gusta que hayáis empezado las reseñas con una "Honrosa Excepción" y no con un "Innombrable".

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  5. Este libro ya lo tenía apuntado en futuros como algo medianamente legible (pese a su portada) pero no acababa de convencerme por culpa de la sinopsis. Vuestra reseña me da ganas de darle una oportunidad (pese a la sinopsis) jaja.

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  6. Bowman puede invocar al Morah...

    Mumpo os ama.

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  7. Holaaaa

    Hace un par de horas he visto la entrada, pero no me ha dado tiempo a leerla porque me tenía que ir. Ahora que la veo más tranquila, pienso que la reseña ha estado muy bien (no se notaba que tenías fiebre). Me ha gustado mucho. Siempre digo lo mismo, ¿no? Es que no lo puedo evitar.

    DE pequeña, leía muchos libros, pero solo los diálogos. Me saltaba toda la parte del narrador, porque no la podía soportar. Ahora, de más mayor, te das cuenta que sin el narrador no puedes entender la historia, pero sigo sin soportar quince páginas solo de narrador (que me ha tocado). Cuando tenía unos siete años y leía solo los diálogos, me enteraba de todo y no sé por que´. A mí eso del narrador me encanta, pero por Dios, con moderación.

    ¡Recupérate!

    XD,
    A.

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  8. Siempre me llama la atención cuando hacéis una Honrosa excepción, así que me preguntaba qué tendría este libro para no arder en las llamas del infierno como los demás, porque al leer la sinopsis parecía uno de esos que había que quemar (después de criticarlo convenientemente). Después de la reseña parece que la respuesta es evidente. El núcleo es fascinante, me encantan esos temas cuando se explotan bien, pero personalmente los romances (incluso si están más o menos bien) me echan muchísimo para atrás cuando son el foco principal y, como resaltáis, no parece ser "buena literatura", así que creo que personalmente no le daré una oportunidad, pero es bueno saber que hay novelas juveniles decentes.

    ¡Un saludo y a ver si caen más excepciones pronto!

    Atte. Rika.

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