Donde la literatura y la maldad se toman un té

martes, 21 de marzo de 2017

Yo también quiero ser escritor (13) - Rojo y oro

Hierbajos, lo prometido es deuda. Dije que os iba a hablar de objetivos de los personajes y del desarrollo parabólico de la trama en Rojo y oro y aquí me tenéis, dispuesto a hacer honor a mi palabra.

Buff. Qué abandonada tengo esta sección, ¿verdad? Tengo que ponerme las pilas.


En fin… ¿tú también quieres ser escritor?

Pues deja de leer y ponte a escribir.

Pues sigue leyendo.





Hablemos de cómo los objetivos de los personajes afectan a la trama y a la tensión narrativa en una historia.

Objetivos los hay de dos tipos: conscientes e inconscientes. Los objetivos conscientes son aquellas cosas que tu personaje sabe que quiere conseguir (rescatar al dragón y matar a la princesa [Zarza: y ser laureado por PETA y conseguir escapar de la cárcel en la que te van a meter por haberte cargado a una persona], tirar un anillo al cráter de un volcán, ser el principeso del baile de primavera). Los objetivos inconscientes son esas cosas que el personaje hace sin ser muy consciente de ello y que pueden servir para crear conflicto interno (puede haber un deseo soterrado de fracaso o culpa que lleven al personaje a boicotearse a sí mismo, por ejemplo). Es muy bonito cuando los personajes tienen objetivos inconscientes porque dan profundidad a las motivaciones del personaje y su viaje; sin embargo, requisito imprescindible para que una trama se mueva es que el personaje tenga, como mínimo, un objetivo consciente. Si el personaje no tiene objetivo, no hay nada que quiera o tenga que hacer/evitar, no tenemos historia que contar.

«Los objetivos inconscientes son esas cosas que el personaje hace sin ser muy consciente de ello».

Los objetivos de vuestros personajes y su consecución (o no) van a ser lo que impulse el arco argumental. Está bien que el personaje tenga diferentes objetivos a lo largo de la novela y que estos vayan cambiando; no obstante, conviene mantener unos mínimos.

Lo habitual es que el personaje tenga un objetivo fuerte a largo plazo que vertebre la trama y luego ya si eso otros objetivos menores que cumplir por el camino. Si os vais a meter en el berenjenal de que vuestro personaje no tenga un objetivo principal fuerte, más os vale tener una buena excusa que vaya a tirar del argumento o de lo contrario terminaréis con un bodrio cosido a retales.

Los objetivos son uno de los responsables por excelencia de la tensión narrativa (eso y las preguntas sin respuesta). ¿Conseguirá el personaje sus objetivos? ¿No los conseguirá? ¿Cómo los conseguirá? La tensión narrativa crece conforme se acerca la culminación del deseo del personaje. Una vez conseguido el objetivo, la tensión se desinfla como un suflé: mejor que sea porque te lo has metido ya en la boca que no porque has movido el plato más de la cuenta.

Estupendo, una vez explicadas estas nociones básicas, quiero hablaros de lo que he visto en la novela Rojo y oro, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual.

El desarrollo de esta novela es como tirar una pelota contra el suelo y que vaya rebotando hasta pararse. Parábola, parece que sí... ah, no. Parábola más pequeña, venga, ahora sí... pues tampoco. Parábola más pequeña, ya ni me molesto. Boing, boing, boing... y, al final, a rodar. Repetitivo, frustrante y, al final, sin sentido.

De entre los dos protagonistas, me voy a centrar en Asteria porque es quien sale mejor parada en cuestión de objetivos. Así que os voy a decir las cosas que no funcionan tomando como referente el eslabón fuerte de la historia.

El personaje tiene un objetivo principal destinado a vertebrar la historia: matar al Emperador. No obstante, las autoras se las ingenian para que este objetivo no funcione. Durante la mayor parte de la historia, el objetivo de Asteria se encuentra más allá de sus posibilidades y cada vez que parece que va a lograrlo resulta que queda pospuesto. Esto no solamente afecta negativamente a la tensión narrativa (entre otras cosas porque es un canteo esto de engañar al lector y llega un momento en el que deja de colar [ejemKikyoejem]), sino que además tiene como consecuencia que el peso recaiga sobre los objetivos temporales que el personaje va adquiriendo (o le imponen). Al recaer el peso sobre la consecución de objetivos menos importantes, y encontrándose el objetivo teóricamente principal fuera del alcance del personaje, el lector termina por olvidarse de este último, con lo que acabamos de todas formas con un batiburrillo mal cosido de retales.

Voy a intentar explicar todo esto por medio de una metáfora. A ver si puedo dejar meridianamente claro el problema.

Todos recordamos estas historias de cuando teníamos como 15 años. Suelen ser historias de un viaje (con mayor o menor grado de paletismo y síndrome del special snowflake dependiendo de nuestra personalidad). Así pues, pensemos en la trama como una línea: es un camino a recorrer, conecta el momento presente del personaje con el objetivo que quiere conseguir. Cuando el personaje va caminando por ese camino, le van a ir pasando cosas, puede que en un momento dado algo se le cruce, se tuerza un pie y no avance durante un rato, o puede que tome una salida equivocada y tenga que regresar sobre sus pasos. Pero la cosa es que va avanzando.
Ahora bien, no es lo mismo que te vayan pasando cosas de vez en cuando por el camino a que te largues a dar rodeos en cada bifurcación que te encuentres (o momento simplemente aleatorio en el que una ardilla cruza frente a ti la carretera y decides salir a perseguirla). Si no haces más que dar tumbos y perder el tiempo, llegará un momento en el que el que el lector se va a empezar a plantear tu compromiso real con el objetivo a largo plazo. Así de sencillo. Y ya si el objetivo a largo plazo ni siquiera depende del personaje… apaga y vámonos. Es como si me dices que en mitad del camino hay una fosa abisal que el personaje es incapaz de sortear así que la única solución que se le ocurre es sacar la tumbona y sentarse a tomar el sol un rato a esperar a que baje Dios y lo resuelva [Zarza: o peor, ponerse a caminar en círculos buscando flores].

Esto es exactamente lo que sucede en Rojo y oro. [SPOILER] Asteria quiere matar al Emperador, pero no tiene forma de acercarse a él. Así que acepta un trato con Orión para ayudarle a despertar a Eris a cambio de que él la teletransporte frente al Emperador para cargárselo. Cuando despiertan a Eris, no obstante, Asteria ha entrado en coma y está fuera de combate dos días. Para cuando vuelve en sí el personaje, el Emperador está bajo el programa de protección de testigos la protección de Hera y es inalcanzable. Resulta que hay que esperar unos días sin hacer nada. Entonces vuelven a teletransportarse, pero era una trampa y Asteria no consigue matar al Emperador. Toca esperar otra vez tomando el sol a falta de nada mejor que hacer [ah, sí, Asteria está aprendiendo a usar sus poderes divinos de la muerte. Sigue siendo un coñazo sin objetivo que haga avanzar nada].
Entonces se asoma Eris y le dice a Asteria que Orión está prisionero en el inframundo. Asteria decide ir a rescatar a Orión y lo hace. A esperar otro rato. Eris está por ahí buscando a Zeus. Asteria sigue esperando sin hacer nada porque no se puede acercar al Emperador y no hay nada que hacer. Cuando se cansa de tomar el sol, se inventa un plan para atraer a Zeus en lugar de seguir buscándole: lanzan un rumor sobre la sexualidad de Asteria para picar la curiosidad y el orgullo del dios. A sentarse a esperar a que el plan funcione y aparezca Zeus. Zeus aparece y se monta un tinglado de la leche en el que Eris deja de ser considerada aliada y Zeus sube al mundo superior a ver qué diantres le pica a Hera. Asteria sigue sentada tomando el sol. Pues se ha quedado buen tiempo. Por fin Asteria va a matar al Emperador y por fin lo consigue. Pero, fíjate, al final resulta que el objetivo este tampoco era para tanto, porque a las autoras no les apetece todavía dejar de rajar. Así que aparece Hades y le da un objetivo extra que justifique otras cien páginas: Asteria tiene que matar a Eris y Hades a cambio no torturará a sus hermanas amazonas en el Tártaro por toda la eternidad. Asteria se va un mes de picos pardos a cazar a Eris (por suerte, este coñazo en particular no nos lo cuentan). Al final Asteria logra matar a Eris, los demás dioses la castigan por asesinato y la convierten en piedra. Orión se pasa los años siguientes buscándola y cuando por fin la encuentra decide convertirse también en piedra y quedarse allí con ella. FIN. [FIN DEL SPOILER]. Qué. Bodrio. Asteria se pasa la mitad del tiempo sin poder hacer nada. No hay nada que tire de la historia. Los objetivos a corto plazo se van cumpliendo y se olvidan (boing, boing...) y el personaje tiene que seguir esperando indefinidamente hasta que alguna fuerza superior tenga a bien darle luz verde para perseguir sus motivaciones.


Así que, os lo pido por favor, no escribáis estas vainas. Porque esto, hierbajos, es un despropósito con D mayúscula.


Con amorr,
O.

4 comentarios :

  1. ¿Estaría bien que hubiera varios objetivos si sirven para apoyar al núcleo o igual sería un remado mal cosido? ¿Y que sean en principio inalcanzables siempre es malo?

    Por ejemplo, digamos que quiero reflexionar sobre si es cierto que el poder siempre corrompe. Al principio mi protagonista es una idealista que tiene el objetivo muy claro de derrocar a su régimen dictatorial, pero no hay modo humano de hacerlo porque una persona no puede derrocar a un sistema. No obstante, resulta que la historia arranca cuando se da la situación de que empiezan a producirse importantes manifestaciones que derivan en estallidos de violencia civil. Nuestra prota es una de las instigadoras y figuras destacadas a la hora de movilizar. Se da el caso de que parte las fuerzas armadas deciden a poyar a la población y efectivamente deponen y juzgan a la dictadora, así que el objetivo se ha cumplido.

    No obstante, ahora hay que hacer una transición y formar un nuevo gobierno, así que nuestra prota cambia su objetivo por lograr que ella y su organización sean parte del mismo como partido político principal. Para lograr eso comienza a hacer tratos clandestinos con el ejercito, algo que en principio rechazaba y no sería bien visto por buena parte de la población, que hasta ese momento había percibido a las militares como el brazo del régimen. Así logra ser de las figuras principales del nuevo régimen, así que de nuevo se ha cumplido el objetivo.

    En la última parte su objetivo es mantenerse en el poder y se acaba la historia cuando también ha logrado este, algo que hace gracias a aprovecharse de su nueva situación para crear leyes y trampas electorales que permitan que ella y su partido se puedan perpetuar en el gobierno.

    Suponiendo que todo eso estuviera bien hecho para apoyar el núcleo. ¿Aún en ese caso seguiría estando mal que hubiera varios objetivos?

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  2. Querida Selenita: tus preguntas se responden ellas solas xD

    En otro orden de cosas... tu consulta es lo bastante detallada y específica como para que te pasases por el servicio de correcciones.

    **Ortiga ase aleja silbando disimuladamente**


    P.S. MUA. JA. JA.

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  3. Ortigaaaaaaa responde a Selinilta XD

    Existimos mas hierbajos con esa duda, con tramas menos desrrolladas y tal.

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  4. La respuesta es bastante autoevidente, hierbajos, ¡a estas alturas deberíais saber lo que voy a decir!

    Si apoya al núcleo, es bueno. Es una directriz muy sencilla =P


    Con amorr,
    O.

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